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Crack bursátil

Sergio Sarmiento

“Cuando la derrota es inevitable, es mejor ceder”.

Marco Fabio Quintiliano

Entre el diez de mayo y el 13 de junio, el índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores perdió 23.5 por ciento. Se trata de una caída brutal. Quienes tienen inversiones en el mercado bursátil de nuestro país han perdido en promedio casi uno de cada cuatro pesos en apenas un mes y tres días. Nos encontramos frente a un verdadero crack, por usar el término que se emplea en nuestros círculos financieros.

Es verdad que el responsable de este colapso es un populista, pero no el que uno pudiera pensar. Andrés Manuel López Obrador no ha tenido nada que ver en esta caída, a pesar que algunos comentaristas así lo han afirmado. El culpable es otro político, mucho más populista que el tabasqueño, cuyo nombre es George W. Bush.

El actual presidente de los Estados Unidos ha mantenido una política fiscal irresponsable durante todo su periodo de Gobierno. Tras heredar un superávit fiscal de su predecesor, Bill Clinton, el cual permitió que se registraran ocho años de crecimiento sin inflación, Bush hundió las finanzas públicas de su país en el mayor déficit de presupuesto en la historia del mundo. Esto lo logró a fuerza de aumentos en el gasto público, especialmente el militar, y de recortes en los impuestos.

En un principio las tasas de interés en Estados Unidos se mantuvieron estables e incluso descendieron, ya que la apertura del mercado estadounidense hizo que las importaciones de China y de otros países con bajos costos de producción mantuvieran reducida la inflación. Pero tarde o temprano la situación había de revertirse. Esto ocurrió y ha sido consecuencia de la expansión de la demanda provocada por el déficit y del aumento en el precio del petróleo.

El tipo de interés de los fondos federales, que es el que busca conseguir la Reserva Federal de Estados Unidos en operaciones de mercado abierto, aumentó de uno por ciento en junio de 2003 a cinco por ciento el pasado diez de mayo, precisamente el día en que empezó el colapso que estamos viendo. Si bien la tasa de uno por ciento de 2003 era muy baja, el incremento registrado en apenas dos años ha sido muy fuerte. Tarde o temprano debían registrarse consecuencias en los mercados financieros.

Los resultados los estamos viendo ahora. No sólo ha caído la Bolsa Mexicana; también lo han hecho los mercados bursátiles en los países emergentes. Incluso las bolsas de Japón y Europa han salido castigadas. Por eso no podemos achacar la situación a López Obrador o algún otro villano favorito mexicano. Las divisas de muchos países también han descendido frente al dólar. El peso mexicano ha perdido seis por ciento de su valor en el último mes.

Estamos viviendo un momento de real desconcierto en los mercados financieros. Los inversionistas están retirando su dinero de los mercados que se perciben como vulnerables, pero no le están prestando demasiada atención a los fundamentos de las economías. Así, no sólo han vendido acciones de empresas mexicanas, argentinas y brasileñas, sino también de las chilenas. Tan sólo ayer la bolsa de Chile perdió 4.76 por ciento, más del doble que la de México.

El nerviosismo se percibe en mercados que usualmente se muestran sólidos en momentos de turbulencia. Ayer, por ejemplo, el oro cayó más de 40 dólares por onza, el mayor desplome en un solo día en los últimos 26 años. La plata bajó 13 por ciento. Incluso el petróleo ha estado bajando y ayer cerró por abajo de los 70 dólares por barril.

El gran miedo de los inversionistas es la inflación que puede llevar a nuevas alzas en las tasas de interés que detengan el crecimiento económico. Hoy el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunciará el índice de precios al consumidor de mayo. Una cifra por arriba del 0.2 por ciento podría provocar nuevas ventas, puesto que se interpretará como una confirmación de que antes de que termine junio se registrará un nuevo aumento en las tasas de interés.

La razón de fondo del miedo es que los inversionistas saben que el Gobierno de Bush mantiene una política fiscal irresponsable. El año fiscal que terminó el 31 de octubre de 2005, el Gobierno estadounidense registró un déficit fiscal de 318 mil millones de dólares, los cuales se tienen que financiar en el mercado financiero. El déficit de cuenta corriente del país alcanzó un impresionante nivel de 800 mil millones de dólares en 2005.

No es imposible que se registre una recuperación en los mercados financieros, especialmente si consideramos que el castigo de este último mes ha sido excesivo y ha dejado muchas gangas en el mercado. Pero la tranquilidad real y duradera no la veremos mientras el presidente Bush no reduzca el déficit de presupuesto y el de cuenta corriente.

¿ACUERDO DEMOCRÁTICO?

Parece absurdo, pero siete de ocho partidos políticos mexicanos firmaron ayer un “acuerdo democrático” en el que fundamentalmente se comprometen a cumplir la Ley y reconocer el resultado de las elecciones. Más inquieta que entre las cláusulas se pida la realización en tres semanas de una “auditoría” de un padrón electoral con 71.3 millones de nombres. El acuerdo parece más bien un intento por preparar excusas para cuestionar, el tres de julio, el resultado de la elección.

Correo electrónico:

sarmiento.jaquemate@gmail.com

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