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CRÓNICA DE VIAJE

POR RICARDO RUBÍN

MILOS, LA ISLA DE LA DIOSA VENUS

Al ver un mapa de Grecia se observará que es como una mano de esqueleto que estira sus dedos torcidos hacia el interior del Mediterráneo.

Y se verá también que al sur de Grecia, entre el Mar Egeo y el Mar de Creta, están las cadenas de islas que creó la mitología con sus dioses y diosas: las Espóradas, las del Dodecaneso y las Cícladas.

En estas últimas, en una de sus islitas más pequeñas, Milos, la mañana del ocho de abril de 1820 un campesino llamado George Kentrotas halló una pequeña cueva y al ahondar en ella descubrió una estatua de extraordinaria belleza. Era de la diosa Afrodita, (según la mitología griega) o Venus, (según la mitología romana) pero a la que le faltaban ambos brazos.

El oficial francés Olivier Voulier, de la fragata Estafette, que visitaba la isla, acompañado de dos marineros supo del descubrimiento y acudió al lugar del mismo. Los tres franceses quedaron fascinados con aquella extraordinaria estatua y la belleza perfecta de la misma. Y aunque animaron al campesino Kentrotas a que buscara los brazos de la estatua, no los encontró, pero si dos figuras mitológicas más: las de los dioses Hermes y Hércules.

El oficial francés, comprendiendo el valor de aquel descubrimiento buscó enseguida al cónsul de Francia en Milos, Louis Brest, quien le avisó a su superior en Constantinopla, el profesor Dumont D?Ourville. Éste envió a Milos al secretario del consulado, conde de Marcellus, quien negoció con Kentrotas la compra de la estatua de la Venus, y aunque el campesino griego ya estaba en tratos con otro comerciante de la isla, los franceses lograron quedarse con la estatua y la enviaron de inmediato a París como un obsequio al rey Louis XVIII, quien más tarde la cedió al Museo del Louvre, donde permanece desde entonces.

La Venus de Milos, como se sabe, es la estatua de la belleza femenina más perfecta que existe, aunque se ignora quién la esculpió, y se supone que data del periodo helenista del año 130 antes de Cristo. La estatua es de mármol y tiene 2.03 metros de altura.

A pesar de este suceso tan importante, la isla de Milos es poco conocida. Se puede llegar a ella por avión desde Atenas, o en un ferry que parte de El Pireo y que hace el recorrido en ocho horas porque antes se detiene en la isla de Sifnos.

Milos, a la que muchos llaman Milo, no es una isla atractiva sino un lugar bastante árido y triste. Hay varias factorías que trabajan las esponjas que se sacan del mar, y el sol brilla poco a causa de la polución que sale de dichas fábricas. Hay pocos hoteles y restaurantes, y uno de los mejores es El Delfín Verde, donde el licor que más se vende es el ouzo.

Milos es la isla más grande de las Cíclades y tiene algunas bonitas playas. En la isla también están los pueblos de Adames, Apolonia y Plaka, que es la capital.

Lo que es imponente contemplar desde algunos lugares cercanos a Milos son las puestas de sol que dan al cielo colores fuertes y brillantes como el azul añil, el rojo púrpura y un rosado muy intenso.

Por supuesto, el mayor atractivo de la isla es la cueva donde se dice que se encontró la estatua de Venus y las catacumbas descubiertas cerca de allí. La isla no tiene más de 150 kilómetros cuadrados de superficie y cinco mil habitantes que viven de la pesca, de sacar esponjas del fondo del mar, y la fabricación de diversos artículos. Entre sus pocos sitios de reunión están los cafés al aire libre Popy?s Bar y Greco, y los bares Zefiria y Klima.

En toda la isla abundan las cabras salvajes en sus montañas bajas y de escasa vegetación.

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