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CRÓNICA DE VIAJE

POR RICARDO RUBÍN

MADRID, CIUDAD ALEGRE DEL CHOTÍS

(Recuerdos de un viaje a Madrid): Por un momento creí que se le había caído la última letra ?a? a los letreros de ?Entrad? y ?Salid?, clavados en las puertas de los baños de restaurantes y bares... Más de veinte mil pesetas costaba un vestido, según me dijo la guapa recepcionista del hotel donde me hospedo, y más de diez mil un par de zapatos para hombre. (Bueno, eso fue entonces, ahora serán euros).

Precioso tiempo el que se disfruta aquí, aunque no deja de hacer un frío ligero, con el sol calentando sabroso al mediodía en las mesitas de la acera de los típicos cafés madrileños... Las españolas, extraordinariamente guapas, hechas al parecer para orgullo del sexo femenino, pero eso sí, nada de coquetería ni de aceptar piropos.

¿Cuál es el tipo más genuino de la mujer española? Las he visto rubias miel, morenas claras, morunas, blancas como alabastro, y de cabellos largos y enrizados. Todas tienen el cutis muy limpio y las cejas pobladas. ¿Será por la sangre mora que corre por sus venas?

Hay que reconocer una cosa de las calles madrileñas: son amplias, limpias y sus semáforos están bien sincronizados... Madrid vive de día y de noche... Ahora, hasta los más caros hoteles se ayudan con salones de bingo, que siempre están repletos. Por una apuesta de 200 pesetas se pueden ganar diez mil. Es tentador... Una llamada desde la caseta telefónica: 50 pesetas.

?Carrozas? les dicen los jóvenes madrileños a los de la tercera edad... ?Morro?, a la boca... ?Jersey?, al suéter... ?Bañador? al traje de baño... Desaparecieron las patillas y hasta los ?clavos? de los cortes de pelo, y la nueva moda parece eliminar las largas melenas. Sin embargo, persiste la costumbre de usar doble arete... La moda punk nació y murió enseguida. La juventud española no acepta demasiadas extravagancias. Para esto del vestir, están los gitanos.

La Zaragozana, en una de las calles del centro, es uno de los bares que ofrece la más rica y variada lista de tapas para acompañar un buen Jerez, un vinillo de la casa, un vaso de manzanilla o una cerveza San Miguel... Sorprende que a veces se vean más mujeres que hombres tomando una copa en el bar, y charlando animadamente. Y algunas hasta con sus bebés bien dormidos en carritos rodantes. Es la modernidad y el destape, dicen.

En Madrid hay mil cosas qué ver. Entre ellas, la Fuente Cibeles, el Museo del Prado, la Plaza de España (donde están algunos de los más altos y antiguos rascacielos de la ciudad, y un monumento imponente dedicado a Don Quijote y a Sancho Panza), la Plaza Mayor, Recoletos, el Palacio Real, el Teatro de la Zarzuela; la Gran Vía y sus bares y restaurantes, sus tiendas y boutiques, su ambiente único... Fugaz escapada al Teatro de la Zarzuela para ver Carmen en la función vespertina, y La Verbena de la Paloma en la nocturna. Salimos tarareando sus tonadillas pegajosas.

Nada mejor, en Madrid, que caminar temprano por la Gran Vía. Mi hotel está en una callecita que hace esquina con la avenida Recoletos, a pocos pasos del soberbio edificio de Correos y la calle de Alcalá. Caminamos lentamente y disfrutamos del ambiente más madrileño que se pueda desear por esa calle que es el corazón y el alma de Madrid... Imposible estar allí y no recordar a nuestro Agustín Lara que compuso tan bellas canciones a Madrid, a varias ciudades españolas, y por supuesto, a Veracruz... Cerca de los famosos almacenes El Corte Inglés, donde compramos algunos frascos de loción Nenuco para nuestros sobrinos, una plazoleta donde hay un árbol de madroño con la figura de un oso: son los símbolos del viejo Madrid, antes de que llegara a ser la ciudad cosmopolita que es hoy...Nos detenemos en una churrería a disfrutar de unos churros calientitos y suaves con una buena taza de chocolate. Nada más reconfortante que eso para empezar bien el día.

Para comer, Zalacaín, considerado el mejor restaurante de Madrid, caro pero de comida superior, excelente servicio y muy lujoso...Y para cenar, fuimos primero a recorrer la Plaza Mayor, donde hay artistas que venden carteles de corridas de toros donde uno puede hacer inscribir su nombre junto a dos de los diestros más famosos de España. De allí nos dirigimos a Las Cuevas de Luis Candelas.

A la entrada del restaurante, que parece ubicado en unas cuevas porque está a un lado de unas escaleras que bajan a una plazoleta, hay una figura que representa al bandido legendario, llamado también el Robin Hood español. Adentro, un ambiente cálido y un buen vinillo rojo mientras nos traían la especialidad de la casa, cochinillo asado, de piel dorada y crujiente, y de carne suave, tierna y deliciosa. Estaba tan bueno el cochinillo aquel, que comimos más de la cuenta, pero el vino rojo hizo que se deslizara bien y salimos de allí en las primeras horas de la madrugada, satisfechos y felices.

Otros sitios que visitar, la Puerta del Sol, que es el punto de partida del kilometraje de las seis principales carreteras de España. Allí empieza el kilómetro cero, y su estación del Metro, quizá la de mayor movimiento en toda la ciudad... El vetusto edificio de la Real Academia de la Lengua Española... El Observatorio Astronómico... El Parque del Buen Retiro.

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