POR RICARDO RUBÍN
TORONTO Y SU VIDA SUBTERRÁNEA
Toronto, una de las ciudades más viejas y cosmopolitas de Canadá, es como una ciudad norteamericana pero sin norteamericanos, y sus billetes de banco son mitad en inglés y mitad en francés. Se ubica junto al Lago del Este, uno de los mayores del Canadá.
Las muchachas de allí son generalmente altas, exuberantes y poseen una gran variedad de tonos de color de pelo. Todas podrían ser Miss Universo, y hay muchas que a pesar del frío se cubren apenas con jeans y camisetas ajustadas que revelan enseguida que el portabusto no se hizo para ellas.
La Galería Nacional de Arte es de visita obligada. Hay allí abundancia de Picassos, Matisses, Boticellis... Otro atractivo notable en el centro de la ciudad, el Banco Real, cubierto con una capa de polvo de oro, que costó un cuarto de millón de dólares. También, dignos de admirarse, sus dos torres gigantescas y casi gemelas de acero y vidrio, lo mismo que sus dos ultra modernos edificios del City Hall, de formas semi circulares, y el Skydome, una torre altísima. No hay que olvidar que Toronto es también sede del equipo de beisbol de los Blue Jays
En Toronto no podían faltar los barrios chino, francés y pakistaní donde se oyen los idiomas nativos y se disfruta de su comida exótica.
Lo mejor es viajar en Metro, silencioso, eficiente y limpio. Corre por un laberinto de túneles y en cada estación hay hoteles, restaurantes, tiendas con toda clase de mercancía. Aquí, por ley, es obligatorio ayudar a cualquier persona que esté en peligro, solicite auxilio, se caiga o esté tirada. No hacerlo significa multa y cárcel.
Los túneles subterráneos por los que corre el Metro son en si una pequeña ciudad, y muchos hoteles tienen también entradas por los mismos. En invierno, con un sistema de calefacción especial, los túneles del Metro de Toronto son ideales para disfrutar de una temperatura agradable, mientras en las calles de arriba el aire es frío y cortante.
En Verano también es una delicia caminar e ir de comprar por los túneles del Metro, pues el aire acondicionado ofrece el fresco que no se tiene arriba por los fuertes rayos del sol.
Abundan en toda la ciudad lagos, parques llenos de árboles y flores, juegos para niños. Abundan también policías y vigilantes vestidos de civil que hacen discretas caminatas por la ciudad. Aunque el índice de criminalidad no es alto, sí lo es el de los delitos sexuales, los accidentes de tránsito y el narcotráfico.
Sorprende la limpieza que hay en las calles y el ambiente tranquilo y relajante de los bares. La cerveza Molson es una de las que más se consume. Es espesa y negra. También es muy fuerte pero es ideal para el frío.
No está permitido tocar el claxon de ningún vehículo excepto en casos de verdadera emergencia. Lo más difícil para los turistas es diferenciar la moneda canadiense de la norteamericana. Tienen el mismo tamaño y el mismo peso, pero diferente valor.
A pesar de que hace frío y el viento sopla duro, la gente de aquí está sentada en las mesitas de la banqueta de los cafés. Todos enfundados en ropas gruesas y toman licores fuertes con café cargado.
Hay aquí el mayor número de bares con bailarinas toples que compiten por los aplausos de los clientes. Una cerveza permite presenciar el desfile de 20 o 30 beldades que, casi sin ropa, bailan en forma atrevida.
En las esquinas venden castañas asadas, ramos de flores, frutas frescas, helados y pastelillos. Esta ciudad parece no dormir nunca. Hay barrios donde la alegría es permanente y los turistas van de un espectáculo a otro.
Recorrer Toronto da la impresión de estar en una ciudad europea. Hay calles torcidas o estrechas con piso de baldosas, y casas que tienen macizos de flores en sus terrazas y uno cree estar en Viena, en alguna villa francesa o en un pequeño pueblo alemán.
