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CRÓNICA DE VIAJE

POR RICARDO RUBÍN

NUEVA YORK, UNA CIUDAD PALPITANTE

Nueva York es una ciudad de sorpresas y contrastes. Por ejemplo, observemos a esa fascinadora modelo que acaba de posar en el vestíbulo del Hotel Waldorf Astoria junto a un Cadillac dorado, luciendo joyas por cien mil dólares y un costoso vestido exclusivo de Simonetta.

Cuando la sesión de fotografías termina, la joven modelo se cambia de ropa, entrega las joyas al representante de la joyería que la ha estado vigilando con dos guardias más, y vestida con unos jeans viejos y semiarrugados y una camisola ligera corre a abordar el tren urbano, que la lleva a un barrio pobre en las afueras de la gran ciudad, donde vive en un departamento de sólo tres cuartos. Allí, como cualquier mujer de la clase media, prepara la cena para la familia.

El directorio telefónico de Nueva York tiene 789 mil nombres, de los cuales tres mil 378 son Smith, dos mil 866 Brown, dos mil 562 Williams, dos mil 96 Cohen, y sólo hay un Mike Krasillovski.

En ese mismo directorio está el anuncio del único sindicato de masajistas de baños turcos que hay en la ciudad... En la calle 45 hay una escuela de bailarinas de vientre... En el muelle 22 permanece anclado el viejo barco carguero John W. Brown, tipo Liberty, usado por 300 estudiantes de artes marineras para sus prácticas a bordo... Hay taxis acuáticos que llevan a los pasajeros y a los miembros de la tripulación de barcos que no pudieron alcanzar a tiempo por haber llegado al muelle unos minutos tarde.

En la calle 35 de la Gran Manzana hay una agencia que alquila a 15 luchadores enanos para fiestas sociales, de niños y para despedidas de soltera. Todos caben en un taxi y pueden dormir en una sola cama... Mary Pumperking paga un anuncio fuera de lo común en el directorio telefónico: se anuncia como plañidera profesional para llorar y gemir en los velorios... En la tienda Acuario?s de la avenida Lexington venden las mascotas más extrañas que se puedan imaginar: arañas, serpientes no venenosas, larvas de gusano, puercoespines, zorrillos y ratas. Su dueño, Mark Stevens, dice que sus mejores clientes son mujeres de todas las edades, y que algunas le han confesado que duermen con esos bichos.

En la Octava Avenida están las lavanderías Swift, que lavan la ropa sucia de la mayoría de los barcos que llegan a Nueva York... Los conductores de autobuses de la Urbe de Hierro recorren diariamente casi cien kilómetros en jornadas de ocho horas de trabajo. En poco tiempo, sufren de los riñones, tienen hemorroides, cansancio visual, dolores en la espalda y tienden a engordar por estar tanto tiempo sentados. Muchos se retiran después de ocho o diez años de servicio, y buscan otros empleos... Los conductores de taxis, en cambio, no se quejan tanto y todos presumen de las conquistas femeninas que hacen, y de las personalidades que les ha tocado transportar. Cuentan mil aventuras.

Hay, en la zona elegante de Queens, paseadores profesionales de perros finos. Se encargan de recoger a los animales, llevarlos a caminar por calles y parques y regresarlos con sus dueños en una o dos horas. Ganan bien, pero tienen que exhibir un certificado especial de la policía... Nueva York es una ciudad de mujeres solitarias y tristes, dice un filósofo de la ciudad.

La ciudad se anima al mediodía, cuando miles de empleados de oficinas públicas y privadas salen de los grandes edificios a comer el lunch. Muchos van a restaurantes, otros se detienen en los puestos de hot dogs y hamburguesas que hay en las esquinas y comen de pie, apresuradamente? Algunos, en plan de ahorro, llevan su propia comida y se sientan donde pueden, inclusive en las bancas de las paradas de los autobuses, y allí consumen sus sándwiches o hamburguesas preparadas en casa.

Ambulancias y carros de la policía circulan arriba y abajo, con sus sirenas ululando. La Gran Ciudad no descansa ni de día ni de noche? A partir de las 4:00 de la tarde, el centro de Nueva York parece exhalar un suspiro. Miles de empleados que laboraron en oficinas, tiendas y almacenes durante todo el día se precipitan a los autobuses, el tren subterráneo y los trenes suburbanos para dirigirse a casa. Ofrecen un espectáculo semejante al de hormigas que corren en varias direcciones. Todos quieren llegar pronto a casa, quitarse los zapatos y ponerse cómodos? Algunos solitarios se detienen en un bar cercano a tomar uno o dos tragos antes de iniciar el largo recorrido al hogar? Nueva York entra en un periodo de paz, pero no por mucho tiempo, porque cuando las luces de las calles y comercios se encienden, otra multitud aparece con el mismo agitado movimiento: o son trabajadores nocturnos, o gente que sale a divertirse en la larga noche neoyorquina.

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