POR RICARDO RUBÍN
EN EL PERÚ DEL MACHU PICCHU
Mi amigo Joel acaba de regresar del Perú y me cuenta que en la agencia de viajes le preguntaron qué quería conocer de aquel país sudamericano.
Dijo que lo más interesante y entonces le arreglaron una estancia de cuatro días en Lima, la capital de Perú y una larga excursión a Arequipa, Puno y Cuzco, para que conociera los mejores atractivos del país: el Lago Titicaca, las ruinas arqueológicas de Machu Picchu, y la zona donde viven las llamas, que son los animales típicos del Perú.
Lima es una ciudad cosmopolita, mezcla de estilos arquitectónicos colonial y europeo, con grandes hoteles, excelentes restaurantes, y una vida cosmopolita tan agitada como la de cualquier otra gran ciudad. Mi amigo se hospedó en el hostal Andalucía, con desayuno incluido, y atendido por su dueña, la señora Jordán, amable y servicial.
Lima es una ciudad extendida, me dice, rodeada de montañas y su mayor movimiento está en el centro de la misma y en sus mercados. Visita obligada es a su Catedral, la iglesia de Jesús María, el Museo Histórico Regional, la Casa Jara y el Palacio del Almirante. Lima es una ciudad fría, por su altura, lo que impone comprar de inmediato una ?chompa?, que es un suéter de pelo de llama hecho por los tejedores del lugar.
Pero las impresiones más interesantes que Joel trajo de su viaje fueron de la llamada ruta de los incas, o de los indios quechúas, que fueron los núcleos indígenas que poblaron dicho país. El llamado ?camino inca? parte de Cuzco, rumbo a las ruinas de Machu Picchu. Se hace en tren, que cruza hermosos valles andinos que van subiendo de altitud poco a poco. El viaje es muy pintoresco.
Se recomienda comprar boleto de ida y vuelta, y el tren sube y zigzaguea cruzando impresionantes paisajes. El tren se detiene en un punto llamado Vilcabamba, donde hay que descender y seguir a pie hasta llegar a Machu Picchu, o ?ciudad del Sol?, y quedar deslumbrado y sorprendido ante su grandeza.
La legendaria ciudad inca fue descubierta en 1911 por el profesor Hram Bingham, cuando trataba de encontrar vestigios arqueológicos de Vilcabamba. Después que despejó la frondosa vegetación que cubría parte de la zona, se encontró ante una ciudad hecha de piedra, con inmensas tierras de cultivo, balcones, canales de irrigación, viviendas, murallas, adoratorios, espacio para mercados. Pero el cómo fue construida esa ciudad de piedra a tal altura, en los Andes peruanos, y qué fue de sus pobladores, sigue en el misterio.
Otro de los grandes atractivos de esa ruta es el lago Titicaca, de aguas azules, inmenso y tranquilo, pero terrible y con grandes olas cuando sopla el viento. El espectáculo del lago es impresionante cuando los indios quechúas navegan en sus botes hechos de un carrizo especial y de lianas gruesas. La belleza del lago es completa, y los atardeceres son un arco iris de colores brillantes, nubes blancas y de bandadas de aves que vuelan con rumbo desconocido.
Y cerca de allí, y en todas partes de esa región, las llamas, esos extraños cuadrúpedos que parecen ser una mezcla de camello, borrego y caballo, pero con un pelo suave y abrigador, y muy resistentes para el trabajo. Por ello es que todos los habitantes de esa región usan ropas, desde pantalones hasta suéteres y chaquetas, hechas de piel de llama.
Por cuanto a la comida típica, son deliciosos los platillos de rocoto relleno, el cuy asado, el chiriuchu o el chair choclo, todos a base de carne, pollo, borrego y algunos, se dice, de carne de llama.