Creo en la ciencia (qué bonita y solemne manera de iniciar una columna titulada ?el petate?). Sé que la ciencia ha investigado trascendentes tópicos que van desde la composición del cosmos a la sexualidad de los gorilas. En todo andamos de fisgones. Pero hasta el momento y a reserva de que alguien me corrija no se han hecho experimentos relativos al tiempo de cocción de un petate. Me explico: todo mundo sabe del dicho ?llamarada de petate?, concerniente a lo rápido y banal de cierto hecho. ¿En realidad los petates se queman tan rápido? ¿O será que acabo de comer y la sangre acumulada en mi estomago deja desahuciado a mi cerebro y nomás estas tarugadas alcanzó a preguntar? No lo sé. La ciencia en su momento develará estos misterios. Yo estaba en los petates y como ésta es una columna de artes visuales es menester unir ambos términos. Sin rodeos lo digo: las exposiciones en Torreón suelen ser llamarada de petate. Se hace un acto inaugural al que llega un montón de gente (si hay buena difusión y muchos amigos) y después las galerías quedan desiertas. Cierto, una galería no es una discoteca y no busca estar permanentemente llena, pero no está de más hacerse el hábito de visitar las exposiciones. La ausencia de público es una queja recurrente, pero también está una muy cruda realidad: escasean las buenas propuestas. Lamento decirlo, muchas muestras son, en el mejor de los casos, ornamentales, caprichos de un artista amateur, vueltas sobre los mismos temas, montajes sin mayor sentido, cosas que ciertamente son parte del engranaje cultural pero que no resultan particularmente atractivas. Veo algunas invitaciones y ni ganas me dan de ir. Pero por eso mismo hay que ir, para ir haciéndose de un paladar, para ver qué funciona, qué no, dónde está el aprendizaje y dónde el cotorreo. Por eso mismo me atrevo a recomendar la muestra ?O? agua, que se presenta en la Alianza Francesa (Matamoros 170 oriente, zona centro) que me parece un esfuerzo ejemplar en el ambiente cultural local. Esta muestra cumple cabalmente con el protocolo necesario, tiene un montaje impecable, una labor curatorial bastante seria y cuenta con un sencillo pero bien diseñado catálogo. El tema central es el agua y la visión que varios jóvenes artistas desarrollan alrededor de ella. Hay omisiones significativas, por ejemplo, no se habla de la explotación indiscriminada de los mantos freáticos de la región a manos de prominentes empresarios laguneros. No hay denuncias directas, hay alegorías correctas. En este sentido la muestra es aséptica y trata de forma elegante, poética y en cierta medida tangencial el corazón del problema. Pero éstas son apreciaciones de índole personal y lo importante es asistir a esta exposición, disfrutarla y analizarla detenidamente. Pocas veces se ve un montaje tan cuidadoso y pertinente. Como ya he dicho, es un trabajo, en la forma, digno de elogio. Dos pulgares arriba para Eric Lahille, director de la Alianza Francesa. Ojalá ?O? agua, no sea llamarada de petate y jale gente que la vea, reflexione a través de esta muestra y de paso llene el libro de visitas. Estamos en lo dicho, cáiganle a la expo de la Alianza Francesa y de paso pueden emprender un relajante paseíto por la Alameda y atacar un duro, un helado o un lonche. Y es que la cultura abre el apetito, si lo sabré yo.
PARPADEO FINAL
Manitas para arriba, uno, dos tres, ahora las palmas, brincos ea, adelante, atrás, se repite, etc? así fue el concierto de Depeche Mode en Monterrey. En un momento u otro, los asistentes caímos en una dinámica dancística tipo Village People, pero bueno, no hay dolor, bendito aquél que durante dos horas disfrutó en Monterrey de la gloria del tecno. Va pues un abrazo para la raza lagunera que anduvo por allá: Paty, Édgar, Alfredo, Cristina y todos aquéllos depeche laguneros de hueso colorado. Salud por el recuerdo de un gran concierto? ¡enjoy the silence!
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