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Crónica del Ojo / LA MUERTE FILMADA

Miguel Canseco

Según esto, Steve Irwin, el cazador de cocodrilos, andaba nadando justo encima de la mantarraya cuando sopas, que le clava tremendo aguijonazo en el mero corazón. Inmediatamente se sacó el aguijón y tristemente se desangró en un minuto, justo frente a su camarógrafo. El asunto está filmado en video y por lo pronto el filme está bajo custodia de la policía australiana, para frustración de todos los que buscan imágenes amarillistas (malditos gusanos inmundos). Bueeeno, la verdad es que ya me eché un chapuzón en Internet a ver si por ahí había algo, pero nada (aquí es donde me pongo rojo y hago mi risilla estúpida).

Ok, es morbo, lo sé, cuán despreciable, pero los ojos humanos son tiburones que huelen y disfrutan de la sangre. La diferencia es que los tiburones lo hacen por hambre y nosotros por un placer aderezado con culpa y miedo, mezcla que es, en resumen, irresistible.

Pero el morbo es historia añeja. El cuadro de La Muerte de Holofernes de Caravaggio, se mantuvo oculto con un paño durante siglos para no herir la sensibilidad de las damas, mismas que por supuesto, estaban fascinadas con el mismo (el cuadro presenta la degollación de Holofernes con crudeza y un chorrazo de sangre antológico). Nadie dañó ni destruyó la obra, digo, qué chiste acabar con la diversión.

Enumerar las imágenes sangrientas del último siglo tomaría una enciclopedia completa. Los artistas actuales, libres de ataduras y en un mundo cada vez más tolerante (o tal vez indiferente) han descubierto la violencia y el sexo como herramientas de venta y transacción. El público ya tiene callo, consumimos tragedias y luego se olvidan. Las escenas de la muerte de Steve Irwin impactarán por un par de días y después pasarán a la interminable biblioteca de imágenes de horror. Así son los ojos del público, testigo sin memoria.

Hay algo que sí me conmueve y de forma irreversible: las historias. Las imágenes pueden ser tremendas, pero las descripciones de los testigos, los testimonios, los relatos, las voces acumuladas, les dan una dimensión humana que no me es ajena. Así, el filme del deceso de Steve Irwin, si algún día sale a la luz, puede ser interpretado como la última y horrorosa maroma de una figura pública o a la luz de los testimonios de amigos y familiares, las imágenes pueden tener otro valor, aquel asignado al dolor inmenso de una tragedia personal.

Pero bueno, luchar contra el morbo es inútil. Al menos se puede tratar de encontrar la historia, la razón o sinrazón alrededor de una imagen violenta. En el caso del arte más vale no horrorizarse, censurar o voltear la vista ante alguna obra que confronte o incluso agreda. La violencia no es una medida de calidad, pero en manos de un artista competente puede ser una herramienta para llamar una vez más al pensamiento y al sentimiento, convocarlos en la búsqueda de una respuesta o en la enunciación de una pregunta. No confundamos la sangre real con la salsa catsup. La violencia es real, está en todas partes y puede ser una maestra cruel pero certera.

PARPADEO FINAL

José Jiménez Ortiz me comenta que no procede su exposición My Received Files, programada para ayer en la Alianza Francesa. La estructura de la exposición (obras, planteamiento, catálogo) era, a mi consideración, estupenda y digna de ser vista. Ojalá pronto puedan explicarnos qué pasó y aún mejor, presentar la exposición como es debido.

E-mail: cronicadelojo@hotmail.com

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