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Crónica del Ojo| LOS QUE SE VAN

MIGUEL CANSECO

LOS QUE SE VAN

Regreso de vacaciones y todo sigue como lo dejé. Los maestros oaxaqueños andan enchilaos, el Peje sigue siendo aprendiz de profeta y como no pudo separar el Mar Rojo, al menos cerró el Paseo de la Reforma y con los ojos en blanco llamó a la purificación nacional, todo ello mientras Felipe sigue haciendo como que la virgen le habla y el suave mar de Acapulco continúa aventando cabezas de judiciales. Seguimos haciendo patria.

Vuelvo a mi realidad laboral y trato de recuperar la cordura, en medio de la remodelación de la oficina que tiene todo patas arriba: mi acontecer vuelve a ser un relajo de cajas, documentos sillas, cubetas y demás. De hecho no me extrañaría encontrarme a un perredista despistado pernoctando entre tanto trebejo. La vida es una rueda y esto, como todo lo demás, ha de pasar. A mi regreso me encuentro también con dos ausencias, dos muertes.

Camino a Zacatecas le dio un derrame cerebral a Julio Galán, figura emblemática de la pintura mexicana de los ochenta y noventa. Cuando Enrique Guzmán (el pintor, no el cantante) se suicidó en 1986 dejó tras de sí un lenguaje plástico que fundía imágenes populares con referencias personales, haciendo de cada obra una ventana al subconsciente y una alegoría de su identidad mexicana. Nació así la corriente denominada neo mexicanismo, de la que Galán fue el más exitoso (y trabajador) heredero.

Galán fue una diva en toda la extensión de la palabra, showman consumado, continuamente comparado con Frida Kahlo dada la naturaleza confesional y autobiográfica de sus obras, donde exponía crudamente sus dolores. La homosexualidad fue su piedra de toque y es muy significativo que la conservadora sociedad regiomontana haya adoptado como hijo pródigo a un artista que hundía el dedo en la llaga del sexo y la violencia.

Tarkovsky decía que la vida de un hombre cobra completo sentido al momento de su muerte. A partir de ahora Julio Galán será ubicado en su lugar por el tiempo. Jamás fue mi pintor favorito, pero al cerrar su ciclo vital Galán abre un capítulo del arte y el comercio que me parece importante estudiar.

Al otro lado del espectro está Martín Velásquez, otro ausente. Nunca conocí a Galán personalmente, pero Martín fue parte de mi cotidianeidad en un período formativo y luminoso. Lo conocí en el taller de litografía del legendario Leo Acosta y junto con el Tico Sergio fuimos los ?zorros litógraficos?, es decir, tres pedantes que no tomaban nada en serio salvo su trabajo y a veces ni eso. Martín ?el zorro mayor?, nos guío con sus vastos conocimientos técnicos y nos hizo aprendernos varias coplas mexicanas a fuerza de repetirlas en interminables canturreos.

El arte siempre hace hambre y quedan para la memoria las discusiones al sazón de los caldos tlalpeños de Pino Suárez y los tacos surtidos de la Portales. Martín se revelaba como un emblema del grabador y el pintor discreto, sin poses ni aspavientos, que prefería el anonimato de las calles y la paz de los temas simples: peces, aves, frutas. Por ahí le surgían ángeles, entes prehispánicos y temas de circo, así como enigmáticos personajes siempre con la boca abierta en un grito callado o un susurro.

En su obra siempre hubo gato encerrado, pero él no adornaba con palabras lo que sólo el grabado y el óleo podían decir en su lengua de negros y tornasoles.

Queda pues en mi memoria el silencioso amor por el oficio artístico que dejó Martín. Se diluyen en el aire las bromas, las críticas, las risas y las mentadas. Se sella el pacto, se apagan las vidas de Julio Galán y Martín Velásquez. Lejano y famoso uno, cercano y entrañable el otro. ?And we become, silhouettes when our bodies finally go? suena la canción en mi estéreo. Sea pues, sigan los fantasmas guiándonos con sus sabias manos.

PARPADEO FINAL

Y aunque tristeando insisto en el diario trajín, sucumbiendo ante las gorditas de rajas con queso y haciendo chistes malos como de costumbre. Saludo a quienes se acordaron de mí (guelito): Cecilia, Manuel, Valeria. Abrazos también para quienes se congratularon con mi ausencia: el pupilo y el reaggetonero. Suerte y hasta el próximo jueves.

cronicadelojo@hotmail.com

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