El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- La confianza y el amor por el equipo albiverde se encuentra en su punto más crítico. En menos de dos torneos el interés por Santos Laguna se ha venido a pique, de tal suerte que ahora es difícil recordar lo necesario que era mantener una contraseña para poder presenciar el siguiente juego.
Ahora sólo se ve el gris del cemento en las tribunas, con algunos aficionados que llegan a su lugar esperando, como ya ha sido una costumbre dominical, vivir momentos de angustia y de impotencia.
El sol puede ser factor para el rival, pero el ánimo entre los seguidores es de un desánimo total, ?¿qué, van a ?pistear??? pregunta un vendedor de cerveza que añora aquellos tiempos en que los goles laguneros se celebraban con un vaso de esta bebida espumosa.
Caso contrario la porra de Tecos que se mueve, baila, anima y se prende al ritmo de los tambores. Se puede decir que vino casi toda la afición de los universitarios, porque es el grupo que siempre enfocan en los partidos televisados en el Estadio Tres de Marzo.
La tristeza invade a todos, hasta el sonido local presenta la alineación guerrera con una apatía que no se escuchaba hace tanto tiempo. Ya no se tiene el ánimo en las tribunas para encarar a la directiva, ni a los jugadores, ni hasta al Guerrerito, que pasa en muchas ocasiones desapercibido.
Inicia el juego, sale el ?maestro? Carlos Reinoso a dar indicaciones, Graniolatti está tranquilo en el banco. Caranta salva por primera vez en el juego, mientras que Gerardo Espinoza parece que ya tiene sangre en las venas.
Sin embargo nada se mueve en la cancha, sólo en las gradas un seguidor de los Tecolotes llega tarde y es recibido por gritos y silbidos por la osadía de llegar enfundado en una bandera con los colores del equipo de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
Ya sale Wilson Graniolatti a dirigir a sus jugadores, pero de nueva cuenta su atuendo es muy parecido al de su rival en el banquillo. Esto parece predecir que habrá en todo un empate, en el vestir y en la cancha.
En una jugada donde todos se hacen ?bolas?, Diego Colotto anota el gol que deja frío a más de uno, pensando en que el descenso es una situación real y que lo más tristes es que puede ser este torneo el único donde Santos Laguna no pudo ganar en su casa.
Ya se hizo un hábito en este campeonato, de que los Guerreros proponen pero el rival dispone. Lo difícil del juego que realiza Santos Laguna es que buscan hacer jugadas extras, dar el pase de tres dedos o ?gambetear? ante los rivales, pero en lo básico es donde hay grandes fallas.
Termina el primer tiempo y el ánimo no da mucho, hasta el punto que los abucheos son parcos, sin ganas. Las Guerreritas bailan como nunca, pero en las tribunas ya nada calienta a los aficionados; terminan las bellas porristas y arrancan pocos aplausos.
?El Misionero? Castillo entra al campo sustituyendo a Rafael Medina, quien no da color en la cancha a pesar de su inconfundible cabellera y su ?calidad? que no se ha visto. Comienza el segundo tiempo con varios desperfectos en el estadio: no funcionaron los túneles de acceso a la cancha, el sonido no se escucha en la totalidad del Corona y el cronómetro de la pantalla desaparece.
Matías Vuoso juega por todos los Guerreros, mientras que el público recuerda los momentos dorados del ?Pony? Ruiz animándolo en los tiros de esquina, ¿serán los últimos momentos de Rodrigo en el Corona?.
Empieza el viacrucis de Colotto, quien cae en tres ocasiones sin ningún motivo aparente. En la tercera fue al salir de la cancha ante el reclamo de jugadores y afición locales.
El lagunero Mario Rodríguez salva la portería de los Tecos, pero no se salva de un recordatorio maternal de parte de sus paisanos de La Tribu.
Cuando todo apunta que será una derrota más para la cuenta de este torneo para el olvido, llega un remate de Matías Vuoso que se incrusta en el arco rival y sacude el ánimo apagado de la afición. ?El Toro? levanta a la tribuna, quien responde con palmas y gritos.
Pero no alcanza para más. Si este torneo fue de angustia cada minuto, el próximo será no apto para cardiacos.
