CRONICA URBANA
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Roberto García ya se acostumbró al olor del pescado. Cuando por algún motivo tiene que salir de su negocio ubicado en el mercado Juárez, la gente murmura a su paso ?huele mal?. Su piel y ropa están impregnadas de los productos del mar. Dice que ya no le importa ese comentario, pues su puesto no sólo lo ha mantenido a él, sino a sus hermanos y a sus hijos.
La pescadería El Güero era del padre de Roberto García (qepd). Tenía 18 años de edad cuando cambió su trabajo como vendedor en una tienda de autoservicio para hacerse cargo del negocio familiar. Al principio sí le apenaba oler a pescado, pero después de 38 años terminó por acostumbrarse.
?Nosotros ya nos acostumbramos. Sí nos da pena cuando nos subimos al camión o vamos a otro negocio. Incluso, antes de que me digan algo, les advierto ?tengo una pescadería, por eso huelo así?, si no, luego luego se quejan diciendo ?¡ay, qué feo huele!?.
A sus 56 años de edad, Roberto García se siente contento con su negocio. Dice que vender pescado no es cualquier cosa. Se requiere de mucha experiencia para filetear y, sobre todo, para detectar cuando está en mal estado. Sabe que cualquier error al momento de escoger los productos del mar, puede costarle la salud a alguien.
?Los mejores pescadores para filetear se encuentran en el mercado Juárez. En las tiendas de autoservicio pueden poner a cualquier persona, pero no saben hacerlo. Se necesita de mucha experiencia y práctica para saber trabajar el pescado. No se trata solamente de tener un cuchillo filoso o raspador para quitar las escamas.
Roberto García asegura que todo buen vendedor de pescado tiene una cicatriz en las manos. ?Aquél que no se corta, no aprende, no sabe trabajar bien?. Comenta que no cambiaría por nada su actividad, pues puede salir de su negocio cuando quiere y sin dar ninguna explicación a nadie, además le permite estar muy al pendiente de su familia.
?No sé hacer otra cosa que filetear el pescado y atender a los clientes como se merecen. Yo tengo personas que vienen a mi negocio desde hace 30 años, incluso antes traían a sus hijas chiquitas y ahora éstas ya están casadas y con hijos. La pescadería El Güero ya es muy conocida.
Con nostalgia, Roberto cuenta que antes los tiempos eran muy diferentes: las ventas eran mejores; ?entre más cuaresmas pasan, menos son las ganancias. No sabemos por qué, tal vez ya no cualquier persona puede comer pescado. El viernes pasado estuvo muy flojo, esperemos que la situación mejore?.
En otros años, en la pescadería El Güero se preparaban con dos días de anticipación a los viernes de Cuaresma. ?Íbamos a acarrear el pescado para filetearlo y tenerlo listo, ahora ese mismo día lo preparamos, incluso llegué a tener hasta ocho empleados y ahora sólo tengo cuatro?.
Roberto cree que tal vez la gente ya prefiere comprar los productos del mar en las tiendas de autoservicio, por eso advierte: ?pero sí le voy a decir algo eh, que el mejor pescado fresco sólo se consigue en el mercado Juárez porque nosotros estamos desde antes que esos comercios existieran; tenemos mucha competencia pero no es la misma calidad, las tiendas venden puro congelado?.
Mientras ?Dios me dé licencia?, dice Roberto, seguirá trabajando en su pescadería, siempre con el cuidado de vender productos del mar de mucha calidad, ?porque así como puede ser el más rico de los alimentos, puede ser el más malo. El pescado es muy celoso, lo descuidan tantito y se echa a perder de un día para otro. Sus ojos tienen que ser muy brillosos y transparentes, porque cuando ya están sumidos o tienen las escamas muy frágiles, es que ya se está descomponiendo, y así ya no sirve; afortunadamente yo con sólo verlo sé que no sirve y por eso nunca se ha enfermado nadie con mis productos?.