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Cuentos chinos/Addenda

Germán Froto y Madariaga

La resolución emitida por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, además de definitiva e inatacable resulta interesante desde diversos puntos de vista.

Uno de estos puntos se refiere a la forma en que el Tribunal aborda la intervención del presidente Vicente Fox en el pasado proceso electoral, dado que la Coalición denunció la manera burda en que se inmiscuyó en ese proceso.

En distintos momentos, dice la resolución, Fox utilizó expresiones como: “Cambiar de jinete, pero no de caballo. La figura del Mesías, los iluminados, los populistas, el jinete, el caballo o frases como la de cuentos chinos, el oro por el moro, más vale paso que dure y no trote que canse o ir a lo seguro”.

No obstante haber desestimado esas afirmaciones, los magistrados sostienen que: “Sin embargo, esta Sala Superior no pasa por alto que las declaraciones analizadas del presidente de la República Vicente Fox Quesada, se constituyeron en un riesgo para la validez de los comicios...”. (Página 202 de la resolución).

Es verdad que el Tribunal sostiene (página 182) que esas expresiones eran: “Manifestaciones indirectas, generalmente expuestas a base de alusiones, metáforas u otras formas de comunicación asociada”, y por tanto las desestima. Pero de que la intención del presidente era hacer propaganda a favor de Calderón nadie lo duda; y de ahí la razón del reproche que le hace el Tribunal. Por eso, de acuerdo al criterio de alguno de sus integrantes (Eloy Fuentes Cerda) se deja formalmente al IFE en posición incluso de sancionar al presidente si sus integrantes lo consideran procedente.

Fue muy dado Fox a decir que lo que afirmaban los adversarios de Felipe Calderón como promesas de campaña eran puros “cuentos chinos”. Claro que lo hizo en sentido peyorativo, porque hay cuentos de ese origen que entrañan grandes lecciones.

Esa expresión “cuentos chinos” reproducida en la resolución me hizo recordar un pequeño cuento oriental que además ilustra lo que pasó con Calderón en los pródromos y a lo largo de esta elección. Lo narro aquí confiando en mi memoria:

Cuenta que existía en el lejano oriente un campesino que cultivaba su tierra junto a su joven hijo y un caballo con el que diariamente araba su parcela.

Un mal día, el caballo huye del potrero y se interna en el monte. Los vecinos de aquel chinito, al enterarse fueron a decirle: “Qué mala suerte. Se te fue el único caballo con el que arabas la tierra”, a lo que aquel campesino les respondió: “Mala suerte, buena suerte, quién sabe. Todo lo agradezco”.

A las pocas semanas, aquel caballo acostumbrado a estar en el corral, volvió a él seguido por una manada de diez equinos. Los vecinos corrieron a decirle al chinito: “Qué buena suerte, chinito. Tu caballo volvió y se trajo con él a diez más”, a lo que el campesino les respondió: “Mala suerte, buena suerte, quién sabe. Todo lo agradezco”.

Al poco tiempo, su hijo, joven impetuoso que como todos los de su edad no medía consecuencias se fracturó una pierna tratando de domar a un caballo bronco. Al enterarse los mismos vecinos acudieron a decirle al chinito: “Qué mala suerte. Tú único hijo. El que te ayuda a labrar la tierra ya no podrá hacerlo, pues quedó inválido”, a lo que el campesino sólo se concretó a repetir aquel estribillo de: “Mala suerte, buena suerte, quién sabe. Todo lo agradezco”.

Pasado ese accidente, se desató una revolución y llegó un piquete de soldados a llevarse a los jóvenes del poblado para que lucharan en aquella conflagración bélica. Pero no lo hicieron con el hijo del chinito, porque estaba inválido. “Qué buena suerte, chinito”, —le dijeron entonces los vecinos. “Tu hijo no tendrá que ir a la revolución y no correrá el riesgo de que lo maten”. Y aquel campesino sabio se concretó a repetir su frase predilecta: “Mala suerte, buena suerte, quién sabe. Todo lo agradezco”.

Así le pasó a Felipe, “El Hijo Desobediente” (según el mote que él mismo adoptó) cuando inició su búsqueda de la candidatura del PAN a la Presidencia de la República.

En aquellos días, mayo de 2004, Felipe responde al regaño del presidente por haber participado en un acto de precampaña en Jalisco enviándole su renuncia al cargo de secretario de Energía y no faltaron las voces que dijeran: Qué mal hizo Felipe. Porque ahora él estará fuera de los medios de comunicación y Santiago continúa al frente de Gobernación y posiblemente éste gane la nominación.

Al paso de los meses, comenzaron a decir: Qué buena suerte de Felipe de haberse desligado a tiempo del presidente. Porque eso le puede acarrear votos de los delegados del PAN que no quieren un delfín de Vicente.

Cuando Felipe ganó la nominación, seguramente hubo quién dijera: Qué mala suerte de Calderón. Se sacó la rifa del tigre. Porque Andrés Manuel le lleva muchos puntos y seguramente perderá la elección.

Pero “El Hijo Desobediente” siguió su lucha y el martes pasado de seguro no faltó quién dijera: Qué buena suerte la de Felipe. Mira que ganar la elección viniendo de tan atrás.

“Mala suerte, buena suerte, quién sabe”, como decía el chinito.

Porque López Obrador ha optado por la calle y no está dispuesto a abandonarla fácilmente. Es más, creo que apostará a la confrontación social, pues no hay forma de negociar con él. Y si Fox no actúa aplicando la Ley, le tocará a Calderón hacerlo cuando llegue su momento, lo que no será bien visto por mucha gente.

Ante un futuro incierto como es el actual pueden suceder muchas cosas. Por lo pronto a Felipe le convendría decir: “Mala suerte, buena suerte, quién sabe. Todo lo agradezco”.

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