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MÉXICO, DF.- El reloj monumental marcaba las 16:30 horas, el cielo nublado con presagio de lluvia dio paso al astro rey y en ese momento el patio de cuadrillas se abrió para recibir al hijo predilecto en su última tarde, el gran Silverio Pérez.
El juez de plaza, Miguel Ángel Cardona, dio la voz de inicio, y la banda musical de la Plaza de Toros México comenzó a entonar el paso doble "Silverio Pérez", en lugar del habitual "Cielo Andaluz", mientras en los tendidos los miles de aficionados se pusieron de pie emocionados para recibir al inolvidable "Faraón de Texcoco".
Las nubes que anunciaban lluvia permanecieron sobre el coso Monumental, mientras el Sol las hizo a un lado para alumbrar el emotivo momento cuando los toreros parten plaza en el tradicional paseíllo de cuadrillas.
Aparecieron por la puerta Arturo Salvidar, Octavio García "Payo" y Mario Aguilar, debutantes en este magno escenario, quienes fueron privilegiados testigos para presenciar la última vuelta al ruedo del legendario Silverio Pérez, ya convertido en cenizas, las cuales reposaron en una elegante urna llevada por sus nietos.
Cuando Silverio apareció, los aficionados comenzaron a gritar "torero, torero, torero" y en sus manos agitaban los pañuelos blancos en señal de respeto, admiración y, por qué no, devoción al último torero de la época dorada de la fiesta brava nacional y mundial.
Escoltado por nietos e hijos, el matador texcocano comenzó a dar la emotiva vuelta al ruedo y a su paso dejaba atrás sombreros, flores y todo aquel objeto que pudiera ser arrojado por los aficionados, en señal de luto y enorme admiración.
Las cenizas del inolvidable compadre pasaron de mano en mano de sus nietos que lo acompañaron, mientras el paso doble compuesto por Agustín Lara hacía estremecer el ambiente y le ponía esa sensación de nostalgia que ahora dejará el afamado torero.
El minuto de aplausos se confundió con la gritería de los aficionados, mientras dos pancartas, una con la leyenda "Adiós Compadre" colgaban de los tendidos, aquellos que también fueron testigos de la despedida de Silverio Pérez en 1953.
Después de la conmovedora última vuelta al ruedo, la urna con las cenizas del gran Silverio Pérez se dirigieron al centro del ruedo y ahí uno de sus tantos nietos, Gregorio, las levantó al cielo mientras los gritos de "torero, torero" y los aplausos hicieron de este sencillo acto uno inolvidable para su familia y para la afición.
Tras esta despedida, la fiesta continuó y dio paso al primer novillo de esta octava tarde de la Temporada Chica 2006, la cual escogió el "Faraón de Texcoco" para despedirse de su afición y su plaza antes de descansar eternamente junto a su amada esposa Pachis en un nicho en la Basílica de Guadalupe.
Silverio Pérez, quien cumpliría 91 años de edad el próximo 20 de noviembre, falleció la madrugada del sábado en su casa de Texcoco, Estado de México, a consecuencia de una insuficiencia renal.