Una historia diferente.
Llena de sorpresas, de vivencias inolvidables cada día.
Desde que se anuncia su llegada a este mundo.
Desde que empiezan los preparativos para recibirlo.
Desde que abuelita empieza a tejer las pequeñas chambritas.
¿Cómo será? ¿A quién se parecerá? ¿Cuál será su destino en este valle?
Y un día llega entre prisas de todos y llantos de él.
Se acabaron en casa los días tranquilos y las noches de sueño completo.
Hay que estar pendientes de cada movimiento, de cada respiro, de cada llanto pidiendo alimento.
Va creciendo y mostrando su propia personalidad. Y vienen las primeras gracias, su risa incomparable y sus llantos exigentes.
Crece y la casa se desordena todita.
Y sin que pase mucho tiempo queda bien establecido quién es el rey del mundo.
La pelota rueda por entre los muebles, el trenecito pierde vagones y la misma máquina lejos de las vías, y al oso de peluche le falta un ojo y queda olvidado en un rincón.
Nada pone en paz al pequeño, desajusta las persianas, se columpia de las cortinas y lanza gritos cuando no se le atiende.
Hasta que a alguien se le ocurre poner el disco de El Ratón Vaquero con sus dos pistolas y su traje de cowboy.
Un niño es más que una bendición, alguien que va creciendo entre sueños y esperanzas, necesitado siempre de nuestros cuidados, atención y cariño.
Y qué hermoso es acompañarlo en sus juegos, volver a patear un balón, sentarnos junto a su columpio y contarle un cuento.
Hoy y siempre disfrute a los niños que están cerca de su corazón, y no olvide que usted es alguien muy importante en la formación de esa promesa llena de ilusiones.
Felicidades para todos los pequeñitos del mundo.