Llenos de curiosidad, desde niños nos impactó este concepto.
¿Qué es el destino?
¿Se refiere a algo pre-determinado que gobierna nuestra existencia?
¿Lo que seremos en la vida está ya establecido?
¿Podremos librarnos de lo que ya se marcó para cada quien?
Así, buscando aquí y allá, escarbando entre las definiciones nos encontramos también con respuestas diferentes, como ésa que dice: Cada quien es el arquitecto de su propio destino.
Pero la vida misma nos ha dado también sus lecciones, y uno mismo va buscando caminos mejores en el andar por este valle.
Lo que sí es cierto es que si uno se deja envolver por determinadas corrientes, si no aporta su esfuerzo y sobre todo su carácter, se estará a merced de los demás, y nuestro destino será terrible.
Por ello, nos fascinó un pensamiento del escritor inglés Charles Reade, quien dice:
Siembra un acto
y cosecharás un hábito.
Siembra un hábito
y cosecharás un carácter.
Siembra un carácter
y cosecharás un destino.
Nos quiere decir que mucho nos ayudará nuestra aportación, nuestra forma de enfrentarnos a los retos de la vida, y que si son firmes, sólidos, con entereza y con aplomo, estaremos estableciendo qué es lo que queremos en esta vida.
Entonces, sí podemos ayudar a mejorar nuestro entorno.
No podremos aceptar que todo está ya escrito para nosotros.
Tampoco podemos aceptar un determinismo donde todo hecho corresponde a una ley.
Nuestro libre albedrío nos permitirá ir escogiendo caminos donde podamos avanzar más y mejor.
Busquemos la manera de mejorar nuestro destino para que podamos tener una existencia más placentera, no sólo nosotros sino también los que están a nuestro lado.
Aportemos carácter en cada momento de la existencia, especialmente en esos tiempos llamados difíciles por uno, y de retos y oportunidades por otros.
Que otros seres, hasta de menor valía, no influyan negativamente en nuestro vivir, sería fatal permitirlo.