Cómo hace falta en la vida de las comunidades.
Cómo se nota cuando no aparece en las escuelas.
En las fuentes de trabajo.
En la vida misma.
Y nos referimos a ese sentimiento de entendimiento, prudencia, oportunidad y toma de decisiones adecuadas.
Y es que mucha gente no lo posee.
Ni siquiera saben que existe porque viven en su propio mundo, no en el adecuado para su comunidad.
Recordamos nuestras primeras clases de periodismo donde se ponía como una de las condiciones de quién iba a ser testigo y relator de acontecimientos poseer sentido común.
Con ello se podría captar mejor el sentir de una comunidad.
Muchos cursos de superación acuden a ese sentimiento para dar apoyo al entendimiento de los demás.
Pero en forma muy destacada aparece el don de la prudencia, de la mesura, de la forma de entender con más claridad problemas para encontrar mejores soluciones.
El sentido común no se vende en las boticas ni en los supermercados. Se va adquiriendo y afinando con el respeto y el afecto a los demás, porque una persona egoísta pensará solamente en ella y nada más, en cambio, alguien con una forma de ver las cosas con más ecuanimidad y claridad sabrá decidir mucho mejor en bien de todos.
El sentido común lo aportan los maestros con vocación, los padres de familia interesados en el bien de toda su familia, los jefes laborales interesados en la superación general, de empleados y empresas.
El sentido común es aportación generosa de los bien nacidos, de los líderes indiscutibles, y no de los egoístas y los simuladores.