El sello distintivo de cada quien.
Un joven que empieza a desenvolverse en el ámbito universitario nos pregunta cómo podría mejorar su personalidad.
¿Y qué entiendes por personalidad? Le preguntamos.
Y nos dice: me gustaría ser alguien importante, admirado por los demás, respetado también.
Y pensamos en el tema que hemos abordado algunas veces aquí y al que siempre le encontramos ángulos interesantes.
La personalidad es efectivamente un sello que va adquiriendo cada quien dentro de la sociedad. Entonces uno de sus fundamentos es la vida en sociedad, el trato con los demás.
Y cómo lograr esa diferencia. Pues mientras mejor preparada esté la persona, mientras más adentrada en el vivir de esa comunidad, más serán sus ventajas ante los demás.
Todo reflejo social requiere de bases fundamentales como el sentido común, que es simple y sencillamente captar el interés de una comunidad.
La personalidad se reafirma por el interés por los demás. Una persona aislada, apartada, sin trato con sus semejantes, no podrá aspirar a una vida social exitosa.
El trato con los demás es importante, no sólo para el vendedor que tiene que encontrar la forma y la fórmula de ser escuchado por los demás, sino también para el médico y el abogado, que deben adentrarse en sus libros de texto pero también en lo que ocurre en su entorno.
Convivir con personas, saber escucharlas, es interesante en la conformación de la personalidad, y saca más ventajas el que sabe oír que el que no cesa de hablar.
En una reunión, algunos piensan que si más hablan mejor será su imagen y en consecuencia su personalidad, pero muchos hablan por costumbre mas no por capacidad y conocimientos de los temas tratados.
Al joven que nos pide una sugerencia le decimos que su interés por la cultura, por el conocimiento de las vivencias de su comunidad le irán dando paulatinamente su propia personalidad, su propio sello, pues llegará el momento en que estará inmiscuido en todo lo que es el vivir en sociedad.