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De La Vida Misma / LAS VACACIONES

Lic. Miguel Ángel Ruelas Talamantes

¿Cuáles fueron las primeras que disfrutó en su niñez?

Las nuestras ocurrieron a muy temprana edad, y las recordamos como un sueño.

¿Qué tendríamos? Cinco, quizá seis años.

Desde que tenemos uso de razón, de algún rancho que hoy no ubicamos, llegaba Tía Felícitas a llevarnos quesos, chorizo, carne seca, boyos, y muchas cosas más.

Y siempre nos invitaba a que la visitáramos en su rancho.

Un día mamá aceptó y la tía mandó un carruaje tirado por mulas para que nos trasladara.

Fue un viaje inolvidable. Iba tan despacio el rudimentario transporte, que mi hermana y yo bajábamos de él a recoger flores que abundaban por el camino.

Los aromas de aquella gran casa están aún en nuestros sentidos. Olía a limpio, a fresco, a flores que cada mañana adornaban la mesa del centro y por las noches se inundaban con los aromas que llegaban desde la cocina donde se avanzaban las comidas del día siguiente.

Ahí aprendimos a montar a caballo, a gozar de la lluvia, del atardecer y a despertarnos con un fresco jarro de aguamiel como aperitivo mientras almorzábamos, tantas cosas que parecía sería todo el alimento del día, pero no, nada de eso, vendrían las comilonas y de remate las opíparas cenas. ¡Qué de comer!

Tía Felícitas tenía un horno en el gran patio. Ahí, por las mañanas se cocinaban las gorditas de horno y las de cuajada, y por las tardes el pan, con sus semitas y sus empanadas.

Cerca había un arroyo con agua permanente y ahí nos bañábamos e imitábamos a Johny Willesmuller, el Tarzán de las películas, con todo y sus gritos de combate.

Y un día le preguntamos a la tía por qué le habían puesto ese nombre. Se quedó pensativa y dijo, mi nombre, en todos los idiomas quiere decir la felicidad, la que tiene la felicidad y la que la da.

Y así era ella, muy alegre, muy buena persona. Nunca estaba enojada. En la mañana hacía planes y aunque había muchos hombres en la casa ella era la que mandaba y organizaba todo.

Pasó el tiempo, y su hospitalidad, su forma de tratarnos, de ver la vida siempre feliz nos dejó impactados para siempre.

¿Por qué no somos todos así?

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