Esas pequeñas cosas que parecen insignificantes.
Pero cuánta importancia tienen en nuestro vivir.
No es necesario esperar la Navidad, o los cumpleaños, para dar algo a quienes amamos.
Si la mayoría de los días los acompañáramos con un detallito, el mundo sería otro.
¿Qué le cuesta a usted regalarle una flor a alguien que estima o quiere?
¿En domingo, cuándo le ha llevado el desayuno a la cama al compañero o compañera de su vida?
Nuestros mismos seres queridos que se han ido, sólo son recordados el dos de noviembre, pudiéndolos tener en nuestro corazón mientras vivamos, y aunque no vayamos a su tumba dediquémosles una oración más seguido.
Salgámonos de las tradiciones de los demás para vivir nuestra vida con nuestras cosas personales, y nuestros detalles, muy nuestros.
En nuestro pueblo, la gente acostumbra saludar a quienes encuentran en la calle, y agregan al saludo un ?le dé Dios?.
En cambio mucha gente mal educada ni siquiera gusta de saludar a su prójimo, cobijado por su mal carácter.
Hoy es domingo, un día especial para iniciar el cambio.