A usted también le debe haber llamado la atención esta expresión.
Viene desde hace muchos años, desde que éramos niños.
Y la usaban muchas personas, que no eran aceptadas aquí, allá o acullá.
Eran los años en los que uno iba al cine y no sólo miraba extasiado las películas, sino que se adentraba en ellas, ubicándose en el papel del héroe de la cinta.
Y luego apareció Pedro Infante y muchos querían ser como él.
Sobre todo en el aprecio, la estimación y el cariño de la gente.
Pero la realidad iba ubicando a cada quien en su sitio.
Ni se podría ser el héroe en la vida, ni había la más mínima probabilidad de ser Pedro Infante.
Unos eran ficticios, el otro real pero único.
Y posteriormente María José Quintanilla hizo popular una canción que decía más o menos:
No soy monedita de oro, pa?caerle bien a todos.
Así nací y así soy, si no me quieren, ni modo.
Y escribimos esto porque nos aborda uno de nuestros lectores y nos dice:
Siento que soy rechazado en muchas partes, que no se me acepta, que se me hace a un lado, y eso me preocupa.
Y le decimos que eso ni debe preocuparle, porque quizá no esté en el medio que le corresponde, que está entre gente que no tiene interés en tratarlo pero así es la vida, porque pájaros de la misma ralea, pardean juntos, los demás estorban.
O en pocas palabras, cada oveja con su pareja.
Eso de ser aceptado o rechazado en un grupo o en una sociedad es común en le género humano, pero nadie puede imponer su presencia por la fuerza, o es aceptado o no, no hay más.
Lo apropiado es establecer dónde cabe y dónde estorba.
Por ello hay amigos y conocidos, por ello hay personas que son más que hermanos nuestros, y otros, por mucho trato que tengamos con ellos no llegan a tener trascendencia en nuestra vida.
Esto no debe preocupar a nadie, porque nadie es monedita de oro, para caerle bien a todos.