Con características muy especiales.
Propias de un ser que nació para ser alegre y dar alegría.
Llegamos casi al mismo tiempo a esta casa.
Acabábamos de dejar la infancia y nos asomábamos llenos de curiosidad al fascinante mundo de un diario.
Teníamos pocos meses aquí cuando un día, llevado por su tío Daniel hizo su aparición en el taller de linotipos donde Carlos Garza y ?El Relojero? eran las cabezas.
Y desde el primer día empezó a mostrar su carácter alegre y su espíritu amiguero.
Apenas el domingo anterior, en esta misma columna lo recordábamos como uno de esos seres especiales que aparecen a nuestro lado para robarnos la sonrisa en cualquier momento, especialmente en los difíciles.
Y la mañana del miércoles nos hablaron de su partida en las primeras horas de ese día.
Fuimos compañeros en los talleres y nos hermanó el cariño de don Rodolfo Guzmán quien nos turnaba por las noches para que fuéramos a su casa por su cena, que la enviaban en gran canasta donde había de todo.
Canasta mágica y maravillosa que calmó nuestra hambre en aquellos tiempos difíciles.
Siempre bromista Rodrigo Caballero Contreras se ganó el afecto de todos los que laborábamos en esta casa que fue creciendo con el tiempo.
De los talleres don Rodolfo Guzmán lo llevó a aprender las tareas periodísticas en tiempos en que no había escuelas ni universidades para esa capacitación, y resultó ameno en sus notas.
Y en cada festejo, Rodrigo nos deleitaba con sus imitaciones, con sus bromas sanas e ingeniosas.
Todavía el domingo anterior estuvo en el Estadio Corona alentando a su Santos que no levanta cabeza y a principios de semana empezó a sentir molestias que se agravaron y lo llevaron al viaje sin regreso.
No le gustaba la tristeza y seguramente donde esté abogará porque su ausencia no sea tan difícil, especialmente para esa familia tan unida a la que pertenece.
Para nosotros, no se ha ido, anda por ahí buscando una nota o una broma que nos contará cuando volvamos a encontrarnos.