Hombre fuera de su tiempo.
Eso fue el profesor Adalberto Ruiz Ríos.
Tuvimos oportunidad de conocerlo y tratarlo porque fuimos de sus alumnos.
Aquella Escuela Bancaria y Mercantil, donde se nos hacía vivir ?en el mundo de los negocios? estaba en esquina de avenida Juárez y calle Ildefonso Fuentes.
Generosas explicaciones de cada materia que impartía, pero además era una delicia escuchar sus proyectos.
El más ambicioso que tenía era una escuela piloto, única en su tipo.
Decía, que un maestro con conocimientos y capacidad podía manejar varios grupos a la vez, contando con el apoyo de una tecnología que él decía iba en evolución y llegaría a alturas no imaginadas.
Estamos hablando de los años cincuentas del siglo anterior, cuando todavía no aparecían por estas tierras las famosas computadoras.
Sobre su gran plan, decía que desde una cúpula de un edificio circular, de cristales, el maestro podía estar dirigiendo las clases, y con su silla circular dirigir su atención por determinados minutos a un grupo, y luego darse vuelta para atender a los demás.
Todo lo dominaría desde lo alto y desde ahí vería el comportamiento de sus alumnos.
Utilizaría micrófonos y pantallas para que los alumnos estuvieran ocupados, siempre viendo a la pantalla que haría las veces del pizarrón.
Una de las cosas que más nos asombraban de él era la capacidad que tenía para multiplicar de memoria, sin ver papel. Nos pedía le diéramos una cantidad equis y otra por la que se multiplicaría, con varios guarismos. Cerraba los ojos, ponía su mente a trabajar. Se tardaba muy poco mientras nosotros en papel hacíamos la operación, y antes de que termináramos ya tenía la respuesta.
Era común que interrumpiera las clases para pedir a gritos la presencia de Delfino, uno de sus ayudantes.
Higinio Esparza que era un extraordinario dibujante, antes de las clases, nos mostraba a todos en el pizarrón de forma caricaturizada, sin escapar ?El Dire?.
En las aulas de su escuela estuvieron muchos alumnos que con el tiempo lograron importantes puestos, lo mismo en los negocios que en la política o la educación.
Ahí conocimos a Juan de Dios Castro Lozano.
Los proyectos del profesor Ruiz Ríos no se realizaron pero eran factibles con el apoyo de la tecnología que ahora conocemos.
Él murió hace tiempo, pero sería otro más de los huéspedes de honor que podría tener un Museo del Centenario de Torreón.