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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Libidiano Pitoncio, galán diestro en artes de concupiscencia, asediaba a Dulcilí, muchacha de columbina ingenuidad, y le pedía con urentes instancias la dación de su más íntimo tesoro, la impoluta gala de su nunca tangida doncellez. Desde luego él no decía así. Decía: "¡Dame ese par de coshotas, mamacita!". Faltaba al buen discurso, ciertamente, pero se hacía entender el muy canalla. Dulcilí resistía sus embates: uno de sus tatarabuelos había estado en el sitio de Cuautla, y de ese ancestro sacó seguramente la tenacidad para hacer frente a aquel acoso pertinaz. Libidiano le dijo un día con untuoso acento: "Dime, prenda mía: ¿acaso temes aspirar los perfumes y libar el néctar de la amorosa flor?". Respondió Dulcilí: "No le temo a la flor. A lo que le tengo miedo es al fruto". ¡Sabia respuesta, a fe mía! Deberían aprenderla todas las muchachas para enfrentar a los hombres que sólo quieren colchonazo. Y vosotros, impulsivos jóvenes, aprended a refrenad vuestros instintos. Oíd la voz de Goethe: "In der Beschränkung zeigt sich erst der Meister". "En lo primero que se reconoce a quien manda es en que sabe dominarse a sí mismo". La irresponsabilidad no conduce a nada bueno. Pepito le pregunta a la mamá de Juanilito: "¿Verdad, tía, que los niñitos no podemos tener bebés?". "Claro que no, Pepito -responde con una sonrisa la señora-. Los niños como tú y Juanilito no pueden tener bebitos". "¿Lo ves? -le dice entonces Pepito a Juanilito-. Déjate, y no tengas miedo". Hay quienes empiezan este año nuevo con temor por los eventos que pueden sobrevenir a causa de la elección presidencial de julio. Yo no abrigo esa inquietud, y si la abrigara la inquietud protestaría, pues no hace un frío tal que justifique dicha prevención. Es cierto: en el caso de la elección puede haber problemas antes del parto, durante el parto y después del parto. Será difícil que Madrazo y los priistas de viejo cuño resistan la tentación de ejercitar las viejas prácticas de manipuleo electoral, y más difícil será que López Obrador, si sale perdidoso por escaso margen, deje de recurrir a las tácticas en que él y los perredistas son tan duchos, las de tratar de ganar en las calles lo que en las urnas no pudieron conseguir. Otros se desasosiegan ante la posibilidad de que AMLO llegue a la Presidencia. Tampoco experimento yo esa zozobra. Los mexicanos hemos optado por el camino democrático. Si del ejercicio de la democracia deriva el hecho de que López Obrador sea el próximo Presidente mexicano, asumamos eso como una consecuencia de la democracia, pero mantengámonos en ella y rechacemos toda acción que atente contra la vía que hemos escogido. México es un país muy grande. Un hombre solo no lo puede salvar, pero tampoco un sólo hombre lo puede perder... Pronunciada esa última frase, merecedora de ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero, considero cumplida por hoy mi tarea de orientar a la República. Estoy autorizado, entonces, a narrar un chascarrillo de esos que los franceses llaman "périlleux", o sea riesgoso... Un hombre de edad madura llegó a una farmacia y le pidió al encargado tres pastillas de Viagra. "¿Tres?" -se extraña el farmacéutico. "Sí -confirma el señor-. Esta noche tengo un ménage à quatre con tres mujeres jóvenes, y necesito todas las fuerzas que pueda reunir". Al día siguiente el farmacéutico vio al maduro señor. Traía el brazo derecho vendado, en cabestrillo. Le pregunta: "¿Tan intenso así estuvo el meneo con las muchachas?". "No, -replica el señor, mohíno-. Me tomé las pastillas, y las muchachas nunca llegaron"... (No le entendí)... FIN.

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