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De Política y Cosas Peores

Catón

Noche de bodas. Ya en la cama la ilusionada novia le dice a su flamante maridito: "Al fin estamos juntos y solos, mi cielo". Él no contesta. Vuelve a decir la chica: "Están por realizarse nuestros sueños de amor, mi vida". Él no responde. Dice ella: "No puedo creer que ya soy tu esposa". Entonces dice él con voz de enojo: "Lo serás cuando consiga desatorarme el maldito zipper del pantalón"... Me pregunto si los políticos se habrán preguntado en qué concepto los tiene la gente común, lo que se llama "el pueblo". Ciertamente no son muy bien vistos, ni gozan de buena consideración. Desde luego hablo de los políticos en general. Entre ellos hay personas honestas que fincan su quehacer en principios y valores apreciables y que procuran que su actividad redunde en bien para su prójimo. Pero estos políticos son garbanzo de a libra, y apenas se les podrá encontrar con la lámpara de Diógenes, si antes no se la roba alguno de los de la inmensa mayoría que forman los demás. El ejercicio de la política se ha degradado en México por la existencia de una viciosa legislación que viene desde los tiempos en que el PRI, para mal ocultar su monopolio, debía dar una apariencia de ejercicio democrático y favorecer con migajas de poder a otros partidos nacidos de la simulación y la mentira. Los cambios que en el país ha habido no han alterado el estatus de esas organizaciones que sólo pueden vivir por las alianzas que pactan con los partidos grandes, pues de otra manera desaparecerían fatalmente. Partidos hay que son propiedad particular de una sola persona (el PT o Convergencia), o de una familia (el Verde Ecologista), y que a más de ser lucrativos negocios venden sus votos -reales o verdaderos- como en subasta público o mercado, al que les dé más chambas. Por otra parte, y eso en relación con todos los partidos, ha nacido una casta parasitaria, una inmensa burocracia política que cuesta mucho a los mexicanos y que ningún beneficio les aportan. Deben ya desaparecer esas mentiras políticas; debe disminuirse el número de senadores, diputados federales y locales, y podar los cuerpos edilicios de los ayuntamientos, donde, por la necesidad de dar representación a todos los partidos, partiditos, partidillos y partiduchos nacionales y locales, ha florecido también una espesa jungla de síndicos y regidores que cuestan mucho al desmedrado erario de las comunidades por los jugosos sueldos que a sí mismos se fijan y los suculentos bonos que con cualquier pretexto se atribuyen. Somos un país pobre con partidos ricos y políticos riquísimos. Cuando haya en México una auténtica y plena democracia esas ficciones ya no tendrán razón de ser; se cambiarán las amañadas leyes que los partidos hicieron para llevar agua a su molino, y los políticos servirán verdaderamente al pueblo en vez de servirse de él. Pero, como dijo el curita cuando le preguntaron si alguna vez los sacerdotes se podrían casar: eso lo verán nuestros hijos... Un cierto individuo, casado él con una mujer rubia, tenía una amiguita morena y de cabello negro. Tanto de su esposa como de su querida tenía sospechas en el renglón de la fidelidad, de modo que fingió que ambas -las dos mujeres no se conocían entre sí- habían ganado sendos boletos para ir en un crucero, y contrató a un detective para que las observara durante los días de navegación. No le dijo, sin embargo, la relación que tenía con ellas. Al término del viaje el hombre le preguntó al investigador cómo se habían portado las dos mujeres. "La morenita es un des... -contesta el investigador-. Cada noche se iba a su cabina con un tipo distinto. En cambio la señora rubia es toda una dama: llegó con su marido y con él durmió todas las noches"... FIN.

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