Voy a contar ahora dos historias. La primera se llama ?El Hombre más Positivo del Mundo?; la segunda lleva por título ?El Hombre más Terco del Planeta?. Tras hacer el relato de estos veraces sucedidos me propongo obtener de ellos materia para una reflexión... La narración que trata del hombre positivo se refiere a un individuo que iba por un oscuro callejón, y le salió al paso un asaltante. El atracador lo amenazó con un revólver y lo hizo entregarle todo el dinero que llevaba, amén de su reloj, el anillo de casado y una medalla que portaba al cuello. No contento con eso el delincuente le exigió la entrega de toda la ropa que vestía, y le pidió también los zapatos que calzaba. Temeroso de acabar ahí su vida el pobre tipo obedeció al maleante; se desnudó completo y descalzó, con lo cual vino a quedar como su madre lo echó al mundo. Obra de Dios que la noche era de las más tibias del verano, que si no el pobre, a más de en cueros, habría quedado entelerido. El asaltante se marchó de prisa, y dejó al asaltado en la calleja, solo y su alma, sin nada encima aparte de un poco de loción Old Spice que se había puesto antes de salir de su casa. (De haber sabido lo que le iba a suceder tampoco eso se habría puesto). Ahí estaba el desventurado, pues, en medio de la nocturna oscuridad, desnudo y sin zapatos, desposeído de todo. ¿Pensaréis que se echó a llorar con desconsuelo, o que maldijo su contraria suerte, o que clamó a los cielos pidiendo castigo para su atracador? Nada de eso. Al verse en aquella soledad, y sin estorbo de vestimen-ta alguna, dijo: ?Bueno, aprovecharé para echar una meadita?... ¡Eso es ser positivo! El otro cuento, el del hombre más terco del planeta, trata de dos sujetos que estaban tomando la copa en una cantina de barriada. En otra mesa un hombre bebía la suya, solitario. Uno de los dos tipos le dice al otro en voz muy baja y asombrado tono: ?¿Ya te fijaste? ¡Aquél que está allá es el Papa!?. ?¿Cómo va a ser el Papa?? -dice el otro. ?¡Te digo que es el Papa! -insiste el primero-. ¡Velo bien!?. ?Claro que no es -repite el amigo-. ¿Cómo puedes pensar que el Papa pueda estar aquí, en este pueblo rabón, a miles de kilómetros del Vaticano, y además en una cantina de mala muerte como ésta??. ?Estoy seguro de que es el Papa -vuelve a asentar el tipo, empecinado-. Y para convencerte se lo voy a pregun-tar?. ?¡Estás loco! -clama el otro con exasperación-. ¿Cómo vas a preguntarle a ese hombre semejante cosa? ¡O andas borracho ya, o has perdido del todo la razón!?. ?Será el sereno -machaca el terco-, pero saldré de dudas?. Así diciendo se levanta y va hacia la mesa donde bebía el individuo. ?Perdone, mi estimado -le dice usando la melosa cortesía de los ebrios-. Con todo respeto: ¿es usted el Papa??. El hombre, que creyó ser objeto de una burla, le responde airado: ?¡El Papa tu tiznada madre!?. El terco, desconcertado, regresa a donde estaba su amigo y le dice en voz baja lleno de consternación: ?¡Caramba! ¡Qué malhablado se ha vuelto el Santo Padre!?... Como se ve, estas dos historias tratan de sendas actitudes: la del hombre positivo, que mira el lado bueno de las cosas, y la del hombre tenaz, que no ceja en mantener su posición. Hay quienes temen la llegada de la elección presidencial, pues piensan que puede ser fuente de problemas. Debemos desechar ese temor y asumir una actitud positiva ante el proceso electoral, que es nueva oportunidad para ejercer la democracia que hemos escogido como norma para la vida mexicana. Y en esa vía debemos mantenernos con tenaci-dad, de modo que nadie pretenda lograr por fraude o por violencia lo que no pueda conseguir por el camino del sufragio. México es un gran país, y otra vez dará al mundo la visión de un pueblo que ha optado por la libertad, el ejercicio democrático, la paz y la legalidad... FIN.