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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Un señor iba de noche por la calle y le salió al paso una muchacha de tacón dorado. Le dice la damisela: "Oye, guapo: lo haré contigo por 500 pesos". Responde el señor: "Soy casado". Pregunta la muchacha: "Y eso ¿qué tiene qué ver?". Contesta el hombre: "Mi esposa me cobra nada más 300"... El médico le informa al individuo: "Le tengo dos noticias: una mala y una buena. La mala es que su esposa tiene una enfermedad venérea. La buena es que usted no se la contagió". Yo también tengo una noticia mala y una buena. La mala es que muchos cargos de representación popular que deberían ser ganados en elección democrática siguen siendo gajes que los partidos y sus facciones se reparten como botín. Eso se origina en la viciosa legislación electoral que padecemos, hecha por los propios partidos y mantenida por ellos de común acuerdo para su beneficio. Así lo vimos en las negociaciones (transas) hechas para repartirse las senadurías plurinominales de su coalición entre López Obrador, las diversas tribus perredistas -algunas de ellas más que tribus hordas- y las empresas privadas llamadas Partido del Trabajo y Convergencia Democrática. Ésa es la mala noticia. La buena es que en la lista final no quedó la señora Dolores Padierna. Si la esposa de Bejarano hubiera obtenido esa senaduría la llamada Cámara Alta ya no lo habría sido. Alguien podrá decir que la señora pagó las culpas de su inmoral consorte, cercano amigo de López Obrador, pero sucede que tanto la mujer como el marido son de la misma condición: ambos han hecho de la deshonestidad su modus vivendi, y han compartido sus jugosos beneficios, de modo que no es posible hacer tal comentario. Los perredistas midieron el adverso efecto que la candidatura de la señora Padierna habría tenido en la campaña de López Obrador, actuaron en consecuencia y la dejaron fuera. Esperemos a ver qué premio de consolación buscará Bejarano para su pareja, y qué compensación le dará López Obrador a éste su amigo y compañero... Le dice el marido a la esposa: "¿Verdad que nos entendemos bien en la cama?". "Perfectamente -confirma la señora- Tú jamás puedes y yo nunca tengo ganas"... Babalucas fue a un tour por la ciudad de Londres. El grupo en que iba ocupó toda la parte baja del autobús, y a él le toco ir solo en la de arriba. Cuando llegaron de regreso el tonto roque se veía bañado en sudor frío, pálido, asustado. "¿Qué te sucede? -le pregunta alguien-. ¿No disfrutaste la excursión? Acá nosotros la gozamos mucho". "Seguramente -responde Babalucas con temblorosa voz-. Pero el autobús de ustedes sí traía chofer"... En el teléfono. ¿Es Información? Por favor, señorita, quiero el número de Teódulo González". "Tengo un Teodoro González". "Sí, pero yo quiero el de Teódulo González". "Ya le digo que tengo el número de Teodoro González. Se lo voy a dar". "No, señorita. Yo quiero hablar con Teódulo González". "Teodoro González es el número que tengo más a la mano. Lo comunicaré con él". "¡Señorita! ¡Le estoy diciendo que quiero hablar con Teódulo González! ¡T-E-Ó-D-U-L-O". "Señor: así no se deletrea Teodoro"... Afrodisio Pitorrón, galán concupiscente, le pedía a Dulcilí, doncella candorosa, que le ofrendara su más recóndito tesoro. Ella se resistía a la dación, pues su mamá le había enseñado que tal acto sólo se debe hacer con el esposo, y eso en contadas ocasiones, cuando sea absolutamente necesario, y procurando además pensar en alguna devoción mientras se cumple el obligado trance. Así pues, le dice Dulcilí al seductor: "Antes de tener sexo, Afrodisio, debemos casarnos". "¡Entonces tenemos andada ya la mitad del camino! -se alegra Pitorrón-. ¡Yo soy casado!"... FIN.

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