En la cuadrilla había diez haraganes que siempre rehuían el trabajo. Los reúne el capataz y les dice: "Levante la mano el que se crea el más perezoso entre ustedes. Le asignaré la chamba más ligera de la obra". Todos levantan la mano, menos Ovonio Grandbolier. Le pregunta el capataz: "¿Por qué no levantas la mano?". Responde Grandbolier: "Me da hueva"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, fue sometida por su ginecólogo a una pequeña operación quirúrgica. "Doctor -le pregunta-: ¿podré tener sexo después de la operación?". "Desde luego que sí" -contesta el facultativo. "¡Qué bueno! -se alegra la señorita Camafría-. ¡Porque nunca lo he tenido!"... Le dice doña Jodoncia a su marido: "Mañana es nuestro aniversario de bodas. ¿Cómo lo celebraremos?". Responde él: "No sé... Podemos guardar un minuto de silencio"... El encargado del censo interrogaba a la señora para llenar su formulario. "¿Es usted casada?". "Sí". "¿A qué se dedica su esposo?". "Es fabricante". "¿Hijos?". "No; muebles"... El vocablo "peje" es sinónimo de pez, pero la palabra también sirve para designar al hombre astuto. Puede decirse entonces, pensando en López Obrador, que el peje por su boca muere. La elección del perredista pondría al país en riesgo grande, pues sus promesas son tan desmesuradas que en caso de cumplirlas llevaría a México a la bancarrota. Todos los adultos mayores, por ejemplo, y las madres solteras, esperan que López Obrador les dé la misma pensión que otorgó en el Distrito Federal. No saben que AMLO endeudó catastróficamente al Gobierno de la Ciudad de México, ni piensan que si, ya como Presidente, implantara ese mismo sistema de pensiones, tendría que echar a funcionar la maquinita de hacer dinero, lo cual provocaría una inflación que anularía los supuestos beneficios de la tal pensión y volvería aún más aflictiva la ya de por sí difícil condición de las madres solteras y las personas de la tercera edad. Eso, o el desprestigio que se atrae quien no cumple sus ofrecimientos, es lo que espera a López Obrador si llega a la Presidencia. El peje por su boca muere... Sonó el timbre de la puerta, y la señora de la casa fue a abrirla. Afuera estaba un sujeto que de buenas a primeras le preguntó a la señora: "¿Sabe usted hacer el sexo?". Ella, indignada, le dio con la puerta en las narices. Al día siguiente, a la misma hora, sonó el timbre otra vez. Fue la señora y encontró al mismo individuo. "¿Sabe usted hacer el sexo?" -pregunta de nueva cuenta el tipo. La señora volvió a cerrar la puerta con indignación. El mismo episodio se repitió tres o cuatro veces más. Preocupada y nerviosa, la señora decidió contarle a su esposo lo que sucedía. "¿A qué horas llega ese hombre?" -preguntó el marido, furioso. "Como a las 10 de la mañana" -responde ella. Dice el hombre: "Mañana estaré aquí para darle su merecido. Ese fulano es un canalla que no tiene respeto alguno a la decencia, que no sabe de moral y comete la villanía de meterse con la esposa de otro. Mañana, si regresa, cuando te pregunte si sabes hacer el sexo, tú dile que sí. Del resto me encargaré yo". Al día siguiente, minutos antes de las 10 de la mañana, el marido tomó su escopeta, la cargó y se puso a esperar al hombre. A la hora exacta sonó el timbre de la puerta. Oculto tras ella el hombre amartilló su arma. Abre la señora. Ahí estaba el individuo de todos los días. Otra vez el tipo le pregunta: "¿Sabe usted hacer el sexo?". Responde ella: "Sí". Y dice entonces el sujeto: "Pues hágalo de vez en cuando con su esposo, a ver si él deja de hacerlo ya con mi mujer"... FIN.
