Celiberia Sinvarón, Himenia Camafría y Solicia Sinpitier, maduras señoritas solteras, fueron al zoológico. Las vio el gorila, dobló los barrotes de su jaula, se abalanzó sobre la señorita Celiberia y ahí mismo la hizo objeto de sus instintos lúbricos. La señorita Himenia le dice a la señorita Sinpitier: "Caramba ¿qué tiene ella que no tengamos nosotras?"... Doña Jodoncia y don Martiriano sintieron que su matrimonio naufragaba. A fin de salvarlo recurrieron a los servicios de un consejero profesional. Le comenta don Martiriano: "Una de las cosas que no me gustan de mi esposa es que siempre quiere tener la última...". "Palabra" -completa doña Jodoncia... La señora le dice a su marido: "No puedo menos que pensar en el triste día en que uno de nosotros faltará. Cuando eso suceda me iré a vivir a Cancún"... Doña Chalina, mujer dada a los chismes, fue a un día de campo en la orilla del río. Estaba haciendo labor de aguja cuando de pronto uno de los invitados cayó a la corriente. "¡Auxilio! -empezó a gritar el infeliz-. ¡Sálvenme, por favor! ¡No sé nadar, y soy padre de cinco hijos!". "Tres nada más -acota doña Chalina sin dejar de tejer-. Dos no son suyos"... Si la República me encargara hacer una nueva legislación electoral, en el capítulo correspondiente a "Campañas electorales" pondría yo: "Artículo primero: Quedan prohibidos los discursos con frases sonoras y promesas. En su lugar los candidatos presentarán programas". La oratoria política, en efecto, es cosa del pasado. Los oradores llamados "jilgueros", antes tan apreciados -en cada uno de ellos latía un futuro diputado-, son reliquia de un tiempo que se fue. Ahora pedimos que el candidato hable por sí mismo y que no sea su discurso un catálogo de frases hechas repetidas en cada mitin y ciudad. Los candidatos, pues, deben expresar con claridad sus ideas y propósitos en temas como energéticos, seguridad, empleo, reforma fiscal y laboral; en fin todo aquello que tiene que ver con la economía del país, tema básico entre todos. Poca política, pues, y mucha administración es lo que esperan los ciudadanos de esta campaña electoral. El candidato que se ande por las ramas, en ellas se quedará... La muchacha le dice a su prometido: "Antes de casarnos, Fefé, quiero confesarte que ha habido seis hombres en mi vida". "Mi amor -le recuerda él-. Ya me confesaste eso la semana pasada". "Sí -reconoce ella-. Pero los que ahora te digo son de esta semana"... La trabajadora social le dijo al alcaide de la prisión que iba a comprar libros para que los reclusos tuvieran qué leer. "Está bien -autoriza el alcaide-. Pero nada de literatura de evasión"... Un señor le cuenta a su amigo: "Ayer pasé una vergüenza muy grande: la criadita de la casa entró en la recámara y me vio haciendo el amor con mi esposa". Dice con mucha filosofía el amigo: "Viceversa habría sido peor"... El marido entró en el cuarto del bebé. Vestía un impermeable de lona, máscara antigases estilo Primera Guerra, y llevaba las manos enfundadas en gruesos guantes de hule. Lo ve su esposa y dice con acritud: "Está bien; si así es como sientes, yo le cambiaré el pañal al niño"... Después de 25 años de casados se divorciaron doña Lumbra y don Sinsabel. Un día se encontraron en la calle y don Sinsabel invitó a su ex esposa a tomar un cafecito. "Hay algo que siempre me intrigó -le dijo-, y ahora que ya no hay nada entre nosotros bien puedes sacarme de esa duda. De los seis hijos que tuvimos sólo Momito tiene pelo negro, y los demás lo tienen rubio, como yo. Dime la verdad: ¿Momito no es hijo mío?". Le dice la señora: "No te atormentes más. Momito es hijo tuyo. Los otros cinco no"... FIN.
