Hay un cuento cuya sola mención encalabrina a los censores y hace que los tolanos se les pongan híspidos. (Tolanos son los pelillos del cogote, y el adjetivo "híspido" significa hirsuto). El señor Calvínez, portaestandarte de la Liga de la Decencia, no soportó la lectura de esa execrable narración, y sufrió un espasmo convulsivo del cual sólo pudo salir porque su médico le aplicó moxas en el tafanario. (Las moxas son mechas que se encienden con propósitos medicinales sobre alguna parte del cuerpo, y tafanario equivale a nalgatorio). ¿Por qué el chascarrillo causa esos efectos? ¡Porque su ruindad y bellaquería son extremas, y rozan los límites de la protervia! No puedo decir ahora la fecha en que verá la luz ese relato: temo que los organismos vigilantes de la pública moral organicen una conspiració (conspiració es lo mismo que compló) para impedir que salga. Pero en esta misma semana mis cuatro lectores lo podrán leer... El suscrito que arriba firma no pertenece a ningún partido de los que actualmente participan en la contienda electoral; de ninguno de esos partidos ha nunca sido candidato; no apoya a ninguno de ellos ni asiste a sus actos de campaña, y no tiene interés personal en que gane tal o cual aspirante a la Presidencia. Se esfuerza por lo tanto en conseguir que sus artículos sean de periodista, y no de propagandista. Entonces, así como dice una cosa dice la otra, y señala tanto lo bueno como lo malo que en un político advierte, o en sus acciones. Desde esa perspectiva digo que estoy firme en mi opinión en el sentido de que López Obrador sería un mal Presidente, pero en la misma forma digo también que está resultando ser el mejor candidato. Eso no es mucho decir: Vicente Fox fue también el mejor candidato de su tiempo, y ya sabemos lo que pasó después. En el actual proceso AMLO lleva marchosa andadura de jaca andaluza, mientras a Madrazo y Calderón se les ve paso cansino de mula manchega. Para el priista cada mitin ha sido un tropezón, y al panista le falta garra, enjundia, y no da trazas de tener esa pasión que nada más en su eslogan aparece. Igual que el torero, el político debe serlo y parecerlo. La gente quiere ver en un candidato la entrega y el vigor que de él espera en el ejercicio del cargo al cual aspira. Hoy por hoy es López Obrador el que enseña más fuerza de político. Si a eso se le añade que también, como dije hace días, está demostrando mayor habilidad, y si las cosas no cambian en los respectivos cuarteles de sus adversarios, ya se podrá presuponer el resultado de la jornada electoral... Vehemencio y Pirulina fueron en el cochecito compacto de él a un romántico paraje. El vehículo era tan pequeño que su interior era el mejor método anticonceptivo. En él no se podía hacer nada en cuestión de amor, a diferencia de aquellos grandes autos de mis tiempos, que ofrecían -y sin siquiera mencionarlo en el catálogo de especificaciones, tal era la modestia de los fabricantes- campo y tabla para toda suerte de giros, volteretas, cabriolas, volatines, piruetas y capiruchos de carácter amatorio. Moteles rodantes eran esos beneméritos automóviles, con asientos king size. A ellos seguramente se refirió Manrique cuando dijo que todo tiempo pasado fue mejor. Vehemencio y Pirulina, nada podían hacer en aquel diminuto espacio automotriz del cochecito, de modo que la muchacha descendió del vehículo y se tendió con lasitudes de Cleopatra sobre el mullido césped. "Ven -dijo a su amador con voz que el sensual rijo volvía gutural-. Sal del automóvil antes de que se me pasen las ganas". Y replica Vehemencio con angustiado acento: "¡Si no se me pasan las ganas a mí no podré salir del automóvil!"... (No le entendí)... FIN.
