Una hormiguita acudió ante el juez y se quejó de que el elefante la había embarazado. "¡Eso no puede ser!" -se asombra el juzgador. Explica la hormiguita, ruborosa: "Usó aceitito"... El inspector del Trabajo llegó a la pequeña fábrica y pidió hablar con el dueño. "Dígame -le preguntó, severo-. ¿Todos aquí ganan el salario que corresponde a su empleo, y todos trabajan el horario de ley?". "Todos -responde el propietario-, menos un pendejo que a veces cobra su sueldo, a veces no, y que llega a la fábrica una hora antes que todos y se va dos o tres horas después que los demás". "¿Ah sí? -frunce el ceño el inspector-. Me gustaría hablar con ése que usted llama ?pendejo?". Responde el dueño de la fábrica: "Con él está usted hablando"... Entró Pepito a un bar atendido por una linda cantinera. Se sienta en la barra y pide: "Un whisky doble". "¡Oye, chamaquito! -se alarma la muchacha-. ¿Quieres meterme en problemas?". Contesta Pepito: "Eso quizá después. Por lo pronto dame el whisky"... Doña Jodoncia leía un libro. Le comenta a su marido: "Aquí dice que cuando en la India moría un hombre su esposa era enterrada viva junto con él". "¡Qué barbaridad! -exclama don Martiriano, lívido-. ¡Pobre hombre!"... Llegó un tipo con el urólogo y le dijo: "Tengo un problema, doctor. Pero debe prometerme que no se reirá de mí". El facultativo hace la promesa, y el tipo procede a descubrirse la entrepierna. El médico, sin poderse contener, rompe a reír. Dice entre carcajadas: "¡Ésa es la cosa más ridículamente pequeña que he visto en 30 años de ejercicio! ¡Es milimétrica! ¡Se necesita una lupa para verla! En fin, ¿cuál es el problema?". Responde el individuo: "La traigo inflamada"... En estos días no diré "adiós" al despedirme. Diré "abur", "agur", "hasta la vista" o "ciao". Sucede que en la palabra "adiós" va implícita la idea de la divinidad, y temo que al decir "adiós" me acusen de estar atentando contra el Estado laico, la República, el Federalismo y la Constitución, o de subirme al púlpito cuando hablo. Sucede que así como hay fundamentalistas religiosos hay también fundamentalistas laicos que piensan que el edificio del Estado caerá porque alguien dijo: "¡Válgame Dios!". No soy partidario de la presencia de lo religioso en la vida pública, y sé los muchos daños que ha sufrido este país a causa de los errores de la Iglesia Católica. Me preocupan, sin embargo, los ataques al secretario Abascal, pues creo que esos ataques tienen su origen en las ideas y creencias del funcionario, no en actos suyos tendientes a acabar -¡hágame usted el refabrón cavor!- con el Estado laico. ¿Alguien puede citar alguna acción concreta del secretario de Gobernación encaminada a suprimir el laicismo de nuestra vida pública? Cuidado con atacar a alguien por lo que cree o piensa, así sean absurdas sus ideas, extremas o anacrónicas. Eso no es liberalismo, es jacobinismo trasnochado que se maquilla con tintes modernistas. Me parece risible, sobre todo, que en vísperas de la elección presidencial, cuando sabremos si seguiremos en el camino del ejercicio democrático o volveremos a los viciosos usos del pasado, se gaste tiempo en debatir cuestiones ya superadas, actualmente de mera superficie, tan anecdóticas que en el contexto actual resultan pintorescas. Ya puestos en ese camino ¿por qué no revivimos también otro debate de prosapia ilustre, aquel acerca del sexo de los ángeles? Discusión tan inane y bizantina es ésta como la que pretende salvar a la República de la nueva embestida de "los conservadores" (gulp). Y ya no digo más porque estoy muy encaboronado. Mejor me despido. Adiós. Perdón: agur... FIN.