Nuestro tiempo, como los libros de matemáticas, está lleno de problemas. Uno de ellos es que lo políticamente correcto ha sustituido a lo éticamente correcto. En los días que corren -y vaya que corren- eso de la ética se juzga un repertorio de clichés, y hay quienes dicen como Samuel Goldwyn: "No me den los mismos viejos clichés de siempre. Denme clichés nuevos". Esos nuevos clichés forman lo políticamente correcto: catálogo de evasivas, eufemismos, medias palabras e hipocresías módicas que permiten transitar sin riesgos por la cuerda floja, más floja cada día, de la política electoral. Quien más se salva de este reinado de las indefiniciones es el panista Felipe Calderón, único entre los tres principales aspirantes a la Presidencia que muestra en su discurso una actitud ética, en tanto que Madrazo y López Obrador ofrecen sólo un discurso pragmático -políticamente correcto- tendiente al mero fin de ganar votos. Claro que de eso se trata, de ganar votos, y Calderón se expone a que se le aplique otra famosa frase, la que dicen que dijo Leo Durocher, figura legendaria del beisbol: "Nice guys finish last". "Los buenos llegan al último". Nadie, sin embargo, debería ganar una elección ocultando una convicción, y tanto López Obrador como Madrazo recurren a la vaguedad cuando se les cuestiona sobre temas éticos. Su posición -su falta de posición- me hace recordar a aquel maduro señor que en la cantina de un pequeño pueblo empinó el codo más de lo que podía aguantar el resto de su cuerpo. Ebrio ya, injurió a un mocetón ahí presente que habría podido mandarlo al otro mundo con un solo mamporro. No lo hizo, sin embargo, por respeto a la edad del afrentoso carcamal, y porque lo sabía borracho. Días después el viejo contaba que se había topado con el muchacho en una calle. Entonces sí éste le reclamó su proceder. Un amigo le preguntó al señor, muy alarmado: "Y tú ¿qué hiciste?". Respondió el hombre: "Saqué el ?No me acuerdo?, y ahí me amacicé". También Madrazo y AMLO, cuando se les pregunta sobre temas políticamente riesgosos, sacan el: "Lo que diga la ley" y el: "Lo que diga el pueblo", y ahí se amacizan. Pocas acciones hay tan claras como el acto de votar. El voto es por esencia una definición. Para merecer la de los ciudadanos deben los candidatos ser muy claros, definirse. Y en política toda definición ha de partir de una actitud ética. Mucho ganaremos cuando lo políticamente correcto sea sustituido por lo políticamente recto; cuando en la política la praxis cuente menos y la ética cuente más... Con lo anteriormente dicho creo cumplido por hoy mi deber de orientar a la República. Puedo por tanto, sin remordimientos, narrar algunas historietas que predispongan a la sociedad a enfrentar con buen ánimo la cuesta de la semana que hoy empieza... Doña Macalota, nueva rica, comentó: "Estuve viendo en la tele los Juegos de Invierno de Temeo". "Torino, mujer, Torino" -la corrige pacientemente su marido... Gag, machista del cual no me hago responsable: "Pregunta: Cuando los hombres están teniendo sexo ¿qué es lo que más les gusta que sus esposas les hagan? Respuesta: La cena"... Una hermosa mujer vio un collar en una joyería, y le encantó. Se le cayeron las alas, sin embargo, cuando vio el precio que tenía: 5 mil pesos. En eso se le acercó el joyero y le dijo: "Si le gustó el collar y no tiene con qué pagarlo, le ofrezco cambiárselo por un rato de sexo". "Está bien -acepta ella-. Pero no espere que yo disfrute eso". El tipo la llevó a su oficina para cobrar ahí el precio convenido. Cobrando estaba cuando la mujer empezó a gritar: "¡Oh! ¡Ah! Fantástico" ¡Increíble!". Pregunta el joyero, halagado: "¿No dijo usted que no gozaría esto?". "Y no lo estoy gozando -replica ella-. Estoy admirando mi collar"... FIN.
