¡Qué manera de empezar el día, con un relato sicalíptico del peor gusto y la más dudosa moralidad! Las personas que no quieran empezar el día con un relato sicalíptico del peor gusto y la más dudosa moralidad omitan la lectura de los renglones que vienen y prosíganla en el punto donde dice: "Tres señores de edad madura intercambiaban confidencias acerca de su vida íntima", palabras con que empieza otro relato sicalíptico del peor gusto y la más dudosa moralidad... Un cierto individuo de nombre Minucio entró en amores con una chica llamada Baa. Pensó en rendirle un homenaje amoroso jamás visto, y para tal efecto fue con un tatuador y le pidió que le tatuara en cierta parte el eufónico nombre de su amada. El artista del tatuaje reconoció la eufonía de ese nombre, pero después de ver el sitio donde trabajaría informó con mucho tacto al cliente que, tomando en cuenta las medidas del terreno, sólo cabrían dos de las tres letras de que constaba el bello nombre: Baa. Eso sí: podía escoger entre las dos primeras letras o la primera y la última. Minucio, después de largo meditar, pidió que fueran la primera y la última, y el tatuador procedió a inscribirle en la aludida parte las letras B y A. Días después el mal dotado joven fue a una cantina, y en el mingitorio -así debe decirse en lenguaje de tabernas- coincidió con un hombre de color. No sin sorpresa advirtió que el sujeto también tenía, y en la misma parte, un tatuaje igual al suyo, con las letras B y A. Le hizo notar tal coincidencia, y le informó que en su caso las letras B y A eran abreviatura del breve nombre de la mujer que amaba. "Veo nada más la letra B" -le indica el hombre. "Sí -reconoce Minucio-. Pero en determinadas condiciones puede usted leer el nombre completo de mi dama: Baa". "Ya entiendo -dice el hombre de color-. En esas mismas condiciones la B y la A que ve usted en mi respectiva parte corresponden a la frase: "Bienvenidos a Jamaica, tierra de cálido sol, mar tibio y fresca arena"... (No le entendí)... Tres señores de edad madura intercambiaban confidencias acerca de su vida íntima. Dice uno con vano orgullo masculino: "Yo soy hombre de una vez por noche". Afirma otro: "Yo soy hombre de dos veces por noche". "Pues yo -tercia el tercero, que no podía hacer sino terciar- soy hombre de cinco veces por noche". "¡No es posible!" -exclaman al unísono los dos amigos. "Si lo dudan -los desafía el otro- pregúntenle a mi esposa. Ella les confirmará que soy hombre de cinco veces por noche. También les dirá que que me tiene dicho y redicho que no tome tanto té en la tarde, porque luego en la noche tendré que levantarme esas cinco veces a hacer pipí"... Mario Marín, perdida toda autoridad moral y rechazado por sus gobernados, debe renunciar al cargo que ahora indebidamente ocupa, el de gobernador de Puebla. La manifestación de repudio del domingo es clara muestra de que ha perdido la confianza general. Tal manifestación, a diferencia de la que él mismo organizó en apoyo de él mismo, no necesitó de acarreados, y fue expresión clara y auténtica del sentimiento colectivo. Los poblanos no quieren ser gobernados por un hombre que evidenció tan baja condición al prestarse a servir de instrumento de un individuo de la peor calaña, el empresario Kamel Nacif, quien se valió del poder que dan el dinero y la influencia política para hacer daño a la periodista Lydia Cacho y vengarse de la denuncia que ésta hizo de sus ligas con una red de pederastas. En esa sucia intriga participó como dócil servidor el gobernador Marín. Abdicó así de toda dignidad, e incurrió en delitos tipificados por la Ley. Debe por tanto renunciar. Su presencia en el cargo que detenta es una ofensa contra la comunidad poblana... FIN.