Una mujer acudió a la consulta de aquel sicólogo especializado en materia de sexualidad. La señora se quejaba de falta de compatibilidad sexual con su marido. Lo sentía distante, dijo, como ausente en el momento del acto connubial. Le pregunta el especialista: "Señora: cuando hace usted el amor con su esposo ¿lo mira a la cara?". Responde ella: "Sólo una vez he hecho eso". "¿Sólo una vez? -se asombra el facultativo-. ¿Por qué?". Explica la señora: "Porque una vez sentí en el momento del amor que alguien me estaba viendo. Volteé hacia la ventana, y claramente le vi la cara"... Doña Dispendia salió de la tienda de departamentos cargada de bolsas, bultos, cajas, paquetes y envoltorios. Su esposo, don Pagano, que la esperaba afuera, le dice consternado: "Mujer: ¿todo eso llevas?". "Sí -replica doña Dispendia-. Pero entra en la tienda para que veas todo lo que dejé"... Un golfista fue a confesarse con el buen padre Arsilio. "Me acuso, padre -le dice-, de que estaba jugando golf, y usé la palabra ?chinche?, pero con pe". "Te entiendo, hijo -lo tranquiliza el sacerdote-. Yo también juego golf de vez en cuando, y sé que abundan las ocasiones en que sientes la tentación de maldecir, de proferir dicterios, imprecaciones, reniegos, abominaciones, pestes, palabrotas y toda suerte de términos altísonos. Pero, dime: ¿en qué momento del juego pronunciaste esa voz, ?chinche? con pe, vulgar expresión interjectiva impropia de personas con buena educación?". "Verá usted, padre -narra el golfista-. Hice mi primer tiro, y me fui al rough". Pregunta don Arsilio: "¿Fue entonces cuando dijiste la palabra mala?". "No, padre -contesta el individuo-. Vi que podía entrar de nuevo al green; pero en el momento en que iba a hacer mi segundo tiro llegó una ardilla y se apoderó de mi pelota". "Y maldijiste entonces" -interrumpe el confesor. "No -dice el hombre-. Ya se llevaba la ardilla mi pelota cuando vino un águila y levantó en vuelo a la ardilla". Acota el padre Arsilio: "Seguramente fue entonces cuando dijiste eso de ?chinche?, pero con pe". "No -niega el golfista-. En el aire la ardilla soltó la pelota, que fue a caer a tres pies justos del hoyo". Exclama entonces el padre Arsilio con una grande voz: "¡¡¡Y no me digas que fallaste el chinche putt!!!"... Un oriental estaba comiendo en un restorán chino de Nueva York cuando llegó a su mesa un judío y le echó un plato de arroz en la cabeza al tiempo que le decía: "Esto es por lo de Pearl Harbor". "¡Pero yo no soy japonés!" -clama el oriental-. ¡Soy chino!". Replica el otro: "Chinos, japoneses, filipinos... Todos son lo mismo". Poco después el chino se levanta de su mesa, va hacia el judío y le echa un plato de sopa de aleta de tiburón en la cabeza. Le dice: "Esto es por lo del Titanic". Clama el judío: "¡Pero al Titanic lo hundió un iceberg!". Y contesta el chino: "Goldberg, Ginsberg, iceberg... Todos son lo mismo"... Después de estar 20 años en la cárcel el feroz criminal logró escapar. Cuando llegó a su casa su mujer le pregunta con voz áspera: "¿Dónde andabas, caón? Oí en la tele que escapaste hace cinco horas"... Le informa el doctor a su paciente: "Le doy medio año de vida". "¡Pero, doctor! -gime el paciente-. ¡En ese tiempo ni siquiera voy a poder pagarle su cuenta!". Responde el galeno: "Está bien. Le doy seis meses más"... El abogado defensor le pide al juez: "Solicito que esta audiencia sea a puerta cerrada". "Señor licenciado -razona el juzgador-. No hay en el Código de Procedimientos Civiles ninguna prescripción que funde su pedimento". "Ya lo sé, señoría -contesta el letrado-. Pero está entrando por la puerta una corriente de aire frío. El chiflón me da en la espalda, y ya conoce usted el viejo dicho: ?Aire por atrás, nomás el que sale es bueno?"... FIN.