"Si Juárez no hubiera muerto...", dice la letra del conocidísimo danzón. Y la voz de la Historia añade: si Juárez no hubiera muerto todavía sería Presidente de la República. En efecto, don Benito se aferró tanto al poder que nada más la muerte pudo apartarlo de él. Para vencer a sus adversarios el Benemérito contó siempre con la interesada ayuda de los Estados Unidos. De no ser por el apoyo que de los yanquis recibió no habría triunfado sobre los conservadores, ni sería hoy la mítica figura que es. Con tal de ganarse la buena voluntad del país del Norte no vaciló don Benito en comprometer la integridad de nuestro territorio, y aun la soberanía nacional. Para satisfacer el interés de los Estados Unidos -"América para los americanos", es decir para los norteamericanos- Juárez hizo matar a aquel infortunado soñador que fue Maximiliano, y no tuvo clemencia para él. A Juárez debe atribuirse en buena parte la creación del sistema político mexicano -el mismo que culminó en las siete décadas de dominación del PRI-, con el establecimiento de prácticas tales como la compra de votos, el fraude electoral y la violación flagrante de la ley con tal de mantenerse en el poder. Don Benito es, sin duda, el político más político que ha habido en este país, comparable quizá solamente a Obregón. Junto a sus yerros y sus culpas, sin embargo, Juárez tuvo aciertos luminosos. Entendió las necesidades de su tiempo; supo ir con la corriente de la Historia, y se rodeó de hombres capaces. Defendió empecinadamente la República; mantuvo con firmeza el principio de separación entre la Iglesia y el Estado -no fue antirreligioso, sino anticlerical, que son dos cosas bien distintas-; y puso a México en el camino de la modernidad al combatir los antiguos privilegios. El conocimiento de Juárez y su época nos da una convicción: nuestra historia no es de héroes y villanos, sino de hombres de carne y hueso y sangre, capaces de grandeza y mezquindad. No es esa historia una especie de películas de vaqueros donde los buenos son absolutamente buenos y los villanos son malvados sin posible redención: es una historia de mexicanos que amaron -todos- a su Patria a su manera, y que tuvieron errores y aciertos por igual. Esa historia, "La otra historia de México", es la que narro en mi nuevo libro, un libro por completo diferente a todos los que hasta ahora he publicado. Ese libro se llama: "El otro Juárez. La roca y el ensueño". Relata el drama que se produjo con el encuentro de dos vidas, la de Juárez y la de Maximiliano, drama que terminó en tragedia. Recojo en ese libro las versiones que la historia oficial no recogió. Esa historia oficialesca y burocrática, tan llena de ocultaciones y mentiras, es la historia de bronce o mármol que ha perpetuado las pugnas en que los mexicanos hemos estado divididos. En cambio yo propongo en mi relato que aprendamos a amar a México en la verdad; que clausuremos ese absurdo "basurero de la Historia" al que con injusticia han sido condenados muchos buenos mexicanos; que lleguemos a una conciliación en la cual admirar la grandeza de Cortés no implique hacer injuria a Cuauhtémoc, o reconocer el bien que hizo Porfirio Díaz no sea agraviar a don Francisco I. Madero. En los próximos días saldrá mi libro: "El otro Juárez. La roca y el ensueño", bajo el signo de Diana, la prestigiosa casa editorial. Es un libro escrito con amor y con pasión, y es por tanto un libro apasionado y amoroso. Mis editores lo calificaron de "sorprendente". Cumplo así un compromiso con mis cuatro lectores, quienes al final de mis conferencias se acercaban siempre a preguntarme si "La otra historia de México" saldría alguna vez en forma de libro. Ahora tendrán en sus manos ese relato -diferente relato- de uno de los períodos más intensos de la vida mexicana. Con él aspiro a que, por encima de toda diferencia, nos unamos en el común amor a nuestra Patria...(NOTA: Por ser día de don Benito Juárez hoy no conté chistes)... FIN.