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De Política y Cosas Peores

Catón

La democracia es el sistema político que permite a los pobres cometer las mismas estupideces que los ricos. Se me ocurrió esa frase, destinada quizá a volverse célebre, porque en los últimos días hemos visto la clase de diputados y senadores que tenemos. Tanto los del PAN como los del PRI han demostrado su pobre calidad. Se dicen legisladores, representantes populares, y son en realidad empleados atentos sólo a su interés partidista y a su chamba. Desde luego hay honrosas excepciones, entre las cuales se debe mencionar especialmente la que representa el panista Francisco José Paoli Bolio, quien en forma muy digna renunció a su candidatura plurinominal a senador antes que acompañar a su partido en una acción a todas luces indebida. Hoy por hoy muchos mexicanos temen la irrupción de nuevas fuerzas políticas en México -las representadas por los sectores marginados-, pues suponen que su llegada al poder redundaría en daño para la República. Estamos viendo, sin embargo, cómo la gente con educación y buena posición social maniobra a fin de obtener ganancia política inmoral, y olvida absolutamente lo que conviene a la Nación. En ese contexto, quizás ahora la democracia dejará que sean los pobres quienes detenten el poder, y desde él incurran en las mismas corrupciones de los ricos, y caigan en sus mismos yerros. ¿Para qué, entonces, sirve la democracia sino para mostrar que en el ejercicio del poder todos los hombres son iguales?... Ayer tuve una junta con doña Tebaida Tridua, presidenta de la Pía Sociedad de Sociedades Pías y celosa guardiana de la moral, la decencia, las buenas costumbres, similares y anexas. Pese a haber sido ríspido y fragoso, el diálogo con la señora rindió frutos: por fin doña Tebaida autorizó la publicación del cuento conocido con el escueto nombre de "La mesa". Me vi forzado, sin embargo, a hacer algunas concesiones que se notarán cuando aparezca ese relato aquí, a más tardar el viernes próximo... Mis cuatro lectores conocen bien a Babalucas, y saben de su escasa inteligencia. Les tengo algunas novedades en relación con él. Ayer fue a una granja. Llevaba una ollita con capacidad de no más de medio litro. Le pide al granjero: "Me da un litro de leche de vaca". El hombre le hace notar: "El recipiente que trae usted es muy pequeño". "Ah, bueno -corrige el tonto roque-. Entonces deme un litro de leche de cabra"... Babalucas era dependiente en una tienda de abarrotes. Cierto día llegó una vecina y le dijo: "Quiero una veladora, y si tiene huevos, una docena". Fue el badulaque a la trastienda y regresó con 13 veladoras... En otra ocasión Babalucas acudió a una librería. "El libro que llevé ayer -se queja-, tiene demasiados personajes, y ninguna trama". "¡Jefe! -grita la empleada-. ¡Ya apareció el que se llevó el directorio telefónico!"... Viene ahora otro cuento de Babalucas que nadie debería leer. Las personas que no gusten de leer cuentos que nadie debería leer sáltense hasta donde dice "FIN"... Llegó Babalucas a una farmacia y le pidió al encargado: "Quiero un desodorante rectal". El farmacéutico se desconcertó. "No manejamos desodorantes rectales" -dice. "Cómo no -replica Babalucas-. Aquí compré el que tengo, pero ya se me acabó". Propone el de la farmacia: "Si me trae ese desodorante para verlo buscaré la manera de conseguirle uno nuevo". Sale Babalucas, en efecto, y poco después regresa con un desodorante. Lo revisa el de la farmacia y dice: "Éste es un desodorante común y corriente. ¿Por qué dice usted que es desodorante rectal?". Babalucas le enseña el letrero que venía en el desodorante. Decía: "Para usarse, empuje por la parte de atrás"... FIN.

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