Doña Macalota, nueva rica, fue a una visita guiada por el Museo del Hombre. La pomposa señora vio algo que le llamó la atención, y enarcando las cejas le preguntó con tono suspicaz al cicerone (¿habrá quién use todavía esa palabra?): "¿Qué es eso?". Responde el guía: "La pieza que usted ve es un símbolo fálico". Replica con acrimonia doña Macalota: "Pues símbolo o no símbolo a mí me parece otra cosa"... En la playa le dice la esposa a su marido, que estaba metido en el mar con el agua hasta el cuello: "Ya es hora de comer, Languidio. Sal del agua". Responde el tipo: "Saldré hasta que se haga de noche". "Pero si son apenas las 2 de la tarde -se asombra la mujer-. ¿Por qué saldrás hasta que sea de noche?". Contesta con afligida voz el tribulado: "¡Es que se me salió el traje de baño!"... Simpliciano, joven inocente, fue a una cita con Pirulina, muchacha sabidora. Lamentablemente esa noche Pirulina sufría un severo caso de laringitis, y no podía hablar. En el automóvil le pregunta Simpliciano: "¿Qué quieres hacer, Piru?". Ella tomó la libretita que traía para el efecto y dibujó una copa. El muchacho la llevó a un bar, y ahí bebieron los dos un par de tragos. "¿Qué quieres hacer ahora?" -inquirió Simpliciano. Pirulina dibujó en su libretita un plato de comida, y él la llevó a cenar en un buen restorán. Terminada la cena el galancete vuelve a preguntar: "Y ahora ¿qué quieres hacer?". Pirulina entonces dibujó una cama, y con sonrisa sugerente le presentó el dibujo. Lo mira el candoroso joven y dice con expresión desconcertada: "Mi vida, a estas horas las mueblerías ya están cerradas"... Un joven ejecutivo compró su primera casa después de haber vivido con su esposa y su pequeña hijita en una de alquiler. Con tal motivo un amigo suyo le envió una botella de champaña, para que celebrara. El orgulloso propietario, sin embargo, no abrió la botella y la guardó. Pasaron unos meses, y la esposa del joven ejecutivo dio a luz otra bebita. En la fiesta de bautizo de la nena el feliz padre sacó la botella de champaña. Todos los invitados alcanzaron a leer la tarjetita que el amigo había puesto en la ocasión pasada. Decía: "Cuídala bien. Ésta sí es tuya"... Don Agatocles, señor de gran fortuna, maduro y solterón, estaba postrado en el lecho, enfermo de gravedad. Con feble voz le pregunta a su sobrino, único familiar que tenía: "¿Hablaste con el doctor, Avidio?". "Sí, tío, hablé con él" -responde el mozallón. "¿Te dio alguna esperanza?" -inquiere lleno de angustia el carcamal. "Ninguna, tío -replica Avidio con voz triste-. Me dijo que se va usted a aliviar"... Un peregrino llegó al convento de monjas y le rogó a la madre superiora que le diera hospedaje aquella noche, pues soplaba la cellisca y él estaba ya muy cansado para seguir su viaje. La reverenda, movida por sentimientos de caridad cristiana, lo invitó a pasar, pero le dijo que había en el convento diez novicias que por su juventud no estaban preparadas para hacer frente a las tentaciones de la carne. Por eso él ni siquiera debía darles a ver su presencia en el convento. Al día siguiente la superiora llama a las diez novicias y les dice: "Anoche un hombre durmió bajo este techo". Al oír aquello nueve de las novicias se consternaron, y una se sonrió. "Ese hombre -siguió la reverenda-, entró en la celda de una de ustedes". Al oír aquello nueve de las novicias se consternaron, y una se sonrió. "En esa celda -continúa la sor- encontramos esta mañana un condón". Al oír aquello nueve de las novicias se consternaron, y una se sonrió. "Ese condón -prosigue la madre superiora- tenía un agujero". Al oír aquello nueve de las novicias se sonrieron, y una se consternó... FIN.