Don Cornilio llegó a su casa y encontró a su esposa en ilícito trance de erotismo con un sujeto anónimo. El mitrado marido alcanzó a ver al pie del lecho la ropa que vestía el coime: lustroso saco azul marino, pantalón café, camisa verde y tenis que en un día lejano fueron blancos. Antes de que don Cornilio pudiera manifestar alguna idea, ya sobre los aspectos morales del adulterio, ya sobre el arte de combinar las prendas del vestuario, le dijo su señora con lloroso acento: "¡Y esto no es todo, viejo! ¡También me vendió una enciclopedia!"... El granjero fue a la ciudad, pues necesitaba algunas cosas para su granja. Compró un yunque de herrería, una cubeta grande, un ganso y dos gallinas. "Y ahora -preguntó confuso al dueño de la tienda- ¿cómo hago para llevar todo esto?". Le sugirió el tendero: "Meta el yunque en el balde, póngase una gallina abajo de cada brazo y con la mano libre tome el ganso". Así hizo el granjero, y salió de la tienda con su carga. En la calle lo abordó una dama en cuya persona mis cuatro lectores reconocerán a nuestra vieja amiga Himenia Camafría, madura señorita soltera. "¿Podría usted decirme, caballero -preguntó al visitante- dónde está el Callejón del Aire?". Responde el granjero: "Precisamente en él dejé mi camioneta. Si usted gusta la acompaño". La señorita Himenia inquiere con recelo: "Si vamos por ese solitario callejón ¿no intentará usted abusar de mi debilidad de mujer sola?". "Señorita -se mortifica el de la granja-. Llevo ambas manos ocupadas con este balde, este yunque, este ganso y estas dos gallinas. ¿Cómo podría aprovecharme de usted?". Responde la señorita Himenia: "Meta el ganso en el balde, ponga encima el yunque para que no se salga, y yo le detendré las gallinas"... No sé si don Juan de Dios Legorreta haya sido el primer motivador que hubo en México, pero recuerdo una de sus enseñanzas. Hablaba ese magnífico señor de un niñito a quien su maestra le pidió que hiciera un dibujo de la sala de su casa. Trazó bien el dibujo el muchachito, pero al terminarlo cayó sobre el papel una mancha de tinta. Se afligió el chiquillo, pues aquella mancha le arruinaba su trabajo. Pero se le ocurrió una idea: en torno de la mancha dibujó un perrito, y la mancha pareció entonces parte del dibujo. De ese relato derivaba el maestro una lección: podemos convertir nuestros errores en aciertos. Andrés Manuel López Obrador no estará en el debate de hoy. Sin embargo su ausencia hará que esté presente en él. La famosa silla vacía se verá más llena que la de algunos de los otros candidatos. No es explicable, a pesar de eso, la ausencia del candidato perredista, a menos que sea debida al temor de que en ese debate AMLO ponga en evidencia las indudables deficiencias que tiene: su falta de preparación, lo endeble de sus propuestas, su incapacidad para contrastar sus ideas con las de sus adversarios. En todo caso, aun ausente López Obrador será la principal figura del debate, así como ha sido la figura más destacada en la campaña. La astucia, las artimañas y la socarronería siguen supliendo a la inteligencia, el conocimiento y la capacidad. A nadie debe sorprender tal cosa: así ha sido en la vieja política de México, y de esa política -que ya deberíamos dejar atrás- es fiel representante López Obrador... Un chaparrito entra en la cantina y pregunta en voz alta: "¿Quién es más fuerte que yo?". Se levanta un lacertoso hombrón y responde con desafiante acento: "¡Yo!". Le dice el hombrecito: "Entonces venga a empujar mi coche, por favor, a ver si puedo echarlo a andar"... A aquella muchacha que trabajaba en una fábrica sus compañeros le decían "La pies planos". Pisaba con toda la planta... FIN.