Es muy probable que el próximo 6 de junio se acabe el mundo. Así lo indican algunos cabalistas, ciertos teósofos y varios hermeneutas. Según esos arúspices en tal fecha se completa el número marcado por el Apocalipsis: el 666 fatal. En efecto, estaremos en el día 6 del mes 6 del año 6. Habrá primero una tiniebla general, que no debe ser aprovechada por nadie para acciones de latrocinio, o eróticas, pues tal oscuridad es el anuncio del cataclismo que luego devendrá: el final del mundo. Eso a su vez será preludio del Juicio Universal, en que los pecados de cada quién serán proclamados con fanfarria de címbalos, atabales y trompetas, en público de la gente. Se dará especial atención a las faltas contra el sexto y noveno mandamientos, relativos a las culpas de la carne. Ahí será el llanto y el crujir de dientes. (A las personas que no tengan dientes se les proporcionará gratuitamente una dentadura, para que crujan también). Vaya pensando cada quién qué se pondrá ese día, pues no es cosa de presentarse en tan solemnes actos con ropa de entresemana. Yo voy a llevar traje negro y corbata gris, tonos que me parecen adecuados al momento. No es la primera vez que llega el fin del mundo. A mediados del pasado siglo se anunció también. Un señor cura conocido mío se preocupó bastante. Buscó a un compañero suyo, sacerdote, y le hizo confesión general de sus pecados. Cuando llegó la temida fecha nada sucedió. Y rezongaba con enojo el padrecito: "¡Tiznada madre! ¡Va uno y se desprestigia todo, y el mundo ni se acaba!". Por sí o por no yo ya me compré un cirio cuya luz -según quienes lo expenden- será la única que arderá en medio de la tiniebla universal. El problema es que quien lo posea debe estar limpio de pecado, y yo estoy lejos de hallarme en tal aseo. Me compraré dos cirios, entonces, a ver si una cosa compensa la otra. En vísperas del fin del mundo reflexionemos. ¿Qué importan los debates, las campañas de los políticos, sus dimes y diretes? ¿Qué importa el precio del tomate? ¿Qué importa saber cuál es la capital de Dakota del Sur? Y ¿qué importan las censuras de doña Tebaida Tridua, guardiana de la pública moral, que me ha negado ya el permiso para sacar aquí el chiste llamado "Malasuerte y Suertepeor"? Aprovechando el fin del mundo lo publicaré, que al cabo después del 6 de junio todos calvos. Esperen mis cuatro lectores ese cuento, cuya fecha de publicación -cercana ya- daré a conocer con oportunidad... No me sorprendieron los resultados de la encuesta del Grupo Reforma, que pone ya a Felipe Calderón por arriba de López Obrador. Desde luego AMLO y sus incondicionales seguidores dirán que dicha encuesta es amañada, y la atribuirán -otra vez- a un "compló" en contra del salvador de la Patria. Sin embargo esa encuesta coincide con otras que señalan también el descenso del perredista y el ascenso de Calderón. Parece que otra vez David hondea su honda ante un Goliat desdeñoso y arrogante cuya soberbia lo cegó hasta el punto de no ver frente a sí ningún rival. Si las tendencias siguen como van, y si más electores abren los ojos ante la demagogia, la altanería y las promesas desorbitadas de López Obrador, los resultados de la elección serán favorables a México en vez de beneficiar a un populismo caudillista que nos haría retroceder... Rosilí invitó a su novio Pitoncio a cenar en su casa. Le dijo que ella misma haría la cena. Terminado el condumio el galán encomió con laudatorios adjetivos el guiso que Rosilí había preparado. La mamá de la chica, orgullosa, le pregunta a Pitoncio: "Y dígame, Pití: ¿esto es lo primero que prueba usted hecho por la mano de mi hija?". Responde él: "De comer, sí"... FIN.