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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Catón

El próximo año se cumplirán 50 de que Leonard Bernstein estrenó en Nueva York su ?West Side Story?, con libreto de Stephen Sondheim. Esta versión musical de ?Romeo y Julieta? fue llevada al cine en 1961, y nos dejó las imágenes inolvidables de Natalie Wood, George Chakiris, Russ Tamblyn y Rita Moreno, y la del muy olvidable Richard Beymer, quien hizo el papel que Elvis ?Dios lo tenga en su santo reino- debió hacer. ?Amor sin barreras?, título en español de la película, narra otra vez la lucha de los Montescos y los Capuletos, convertidos ahora en pandillas callejeras: los Jets polacos y los Sharks puertorriqueños. En el relato está presente la metáfora del amor que vence al odio y luego parece sucumbir ante él, pero que al final permanece como esperanza eterna. Bernstein puso espléndida música a ese cuento, Oímos todavía la vibrante voz latina de Moreno cantando ?I like to be in America?, y suenan aún las notas de ese canto esperanzado en el que los migrantes dicen: ?There?s a place for us?. Hoy, primero de mayo, vuelven a oírse esas palabras, mensaje de millones de hombres y mujeres llegados de todo el mundo ?no nada más de América Latina- que buscan cumplir en su vida el ?sueño americano?, que es sueño de libertad y de todos los bienes que de la libertad derivan, entre ellos el bienestar económico. Yo admiro al pueblo de los Estados Unidos. Gocé su hospitalidad ?la de la gente común- cuando, invitado por la Universidad de Indiana, viajé durante meses a lo largo y lo ancho del territorio de ese gran país. Hablé con toda clase de gente, desde Reagan hasta los pescadores de origen portugués de New Bedford, los habitantes de una comunidad amish en Pennsylvania y los pizcadores mexicanos de uva en California, pasando por Ted y Bobby Kennedy, Ella Fitzgerald, el reverendo Jesse Jackson y Joan Baez. Conocí, pues, el melting pot, crisol en el que se han fundido gentes de naciones distintas de las cuales surgió una nueva nación. También conocí, es cierto, los aspectos oscuros de ese pueblo: las raíces que tiene en la violencia; su vocación de imperio, que lo lleva una y otra vez por los malos caminos de la guerra; sus atávicos sentimientos de discriminación racial en que perviven los fanatismos, temores y hostilidades que alguna vez representara el Ku Klux Klan. Contra ese odio, contra los derechos humanos conculcados, y en ese ámbito de libertad ?primero en el mundo, y principal- que a pesar de todo son los Estados Unidos, se escuchará este día la voz de los que dicen: ?I like to be in America?, me gusta vivir aquí, y de los que afirman: ?There?s a place for us?, hay un lugar para nosotros. No es ésta una manifestación violenta. Es la voz de quienes dejaron sus países, donde ya no podían ganar el pan de cada día, para ir a buscar un sueño de esperanza en cuya búsqueda arriesgaron aun la vida. A nadie quitan su sitio esos migrantes, antes bien contribuyen con su trabajo diario al bienestar de los que están ahí. No quieren ser tratados como delincuentes, sino como seres humanos cuya dignidad de personas debe respetarse. No son amenaza: si se les da la oportunidad pueden ser fortaleza de ese pueblo cuyas raíces también son de inmigrantes y cuya generosidad original no puede borrar las palabras inscritas en la Estatua de la Libertad: ?Dadme a vuestros débiles, a vuestros pobres, a todas esas caóticas multitudes ansiosas de ser libres, a los lastimados desechos de vuestras colmadas fronteras. Enviadme a esos pobres sin hogar arrojados por la tempestad. Yo alzo mi lámpara junto a la dorada puerta?... Estemos hoy con esos hombres y mujeres que luchan por su dignidad, especialmente con nuestros paisanos mexicanos, sin los cuales ni México ni los Estados Unidos podrían estar... FIN.

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