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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando Camorra

Tarda en morir la mala yerba. Los vientos democráticos que hace apenas seis años empezaron a soplar en México no mueven todavía ni un pelo en la hirsuta testa de ese mamut antediluviano que es el sindicalismo heredado de la dominación priista. Las demostraciones de ayer y las que hace días desquiciaron el tránsito en la Ciudad de México son evidencia de que ese viejo y nocivo sindicalismo corporativista se niega a desaparecer, pues con él medran líderes inmorales y corruptosa a quienes un sindicalismo auténtico y democrático no sólo privaría de sus gajes, sino también pondría en la cárcel. Bien hace el presidente Fox, bien hace el secretario de Trabajo, tan deturpado ahora y agredido, al enfrentar a esa caterva de vividores, escoria del pasado, vergüenza del presente y amenaza de lo por venir. (Permítanme un momentito para apuntar eso de ?Escoria del pasado, vergüenza del presente y amenaza de lo por venir?, pues me puede servir para un discurso). Ojalá los trabajadores mexicanos se liberen de esos falsos representantes que en vez de servirlos se sirven de ellos, les quitan su libertad y los convierten en instrumento de presión para perpetuarse y perpetuar sus pillerías... Narraré ahora algunos cuentecillos, a ver si se me quita lo encaboronado... Los criados de lord Feebledick usaban en sus libreas los colores rojo y café de la familia. Esos colores los estableció el abuelo de milord, sir Couherde Whitefeather, quien combatió en la guerra de los boers. El ilustre militar usaba en su uniforme casaca roja y pantalón café; de ese modo si sufría una herida en la batalla no se notaría la sangre en la casaca, ni en el pantalón se advertiría alguna seña de debilidad. Cierto día lord Feebledick llegó a su finca rural tras probar a un nuevo perro en la cacería de la zorra. Se dirigió a la alcoba de su mujer, lady Loosebloomers, para contarle el desempeño del tal perro, que no se vio muy bien, pues en vez de ir tras la zorra entró en el pueblo y mordió en el glúteo izquierdo a la esposa del reverendo Simmer. No pudo contarle a su señora el lamentable suceso, al menos en esa ocasión, pues la encontró refocilándose con Wellh Ung, el pelirrojo mozallón encargado de incubar los huevos de faisán. En el momento en que lord Feebledick entró en la cámara advirtió sobre la mesilla de noche de su esposa el preservativo que tenía dispuesto para que lo usara el gañán. Ese preservativo era de color blanco, natural. Muy disgustado le dice milord a su mujer: ?Al menos, querida, deberías hacer que este joven usara condones a rayas rojas y cafés, que son los colores de su librea de criado. En ningún momento la servidumbre debe olvidar su condición?... Entró Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo, en la cantina del lugar. Se plantó en medio de la concurrencia y gritó con farfallosa voz: ?¡¡Feliz año nuevo!?. ?¿¿Feliz año nuevo? -le dice el cantinero-. Empédocles: ya estamos en pleno mes de mayo?. ?¿¿Ma-ma-mayo? -tartajea penosamente el temulento-. ¡Caramba, cómo se irá a poner mi mujer ahora que llegue yo a la casa!?... Aquel lechero decía que la vaca llamada Pinta le daba mucha leche, y La Mora le daba también una buena cantidad, pero que la que más le daba a ganar era La Noria. Le preguntaba alguien: ?¿¿Cuánta leche le dan sus vacas??. Respondía el lechero: ?Cien litros diarios?. ?Y ¿cuántos vende??. ?A veces 150, a veces 200?... Le cuenta Rosilí a Susiflor: ?Anoche tuve mi primera experiencia sexual?. ?¡¡Siéntate y cuéntamelo todo!? -le pide animadamente Susiflor. ?Contártelo todo puedo -responde Rosilí con feble voz-. Sentarme no?... FIN.

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