El joven y apuesto cirujano se dirigía al quirófano. La enfermera Florencina lo ve y le dice a su compañera Lampadaria: ?Parece que ese doctor hace maravillas con las manos?. ?Me consta ?confirma Lampadaria-. Y también opera muy bien?... El padre Arsilio estaba confesando a Solicia Sinpitier, madura señorita soltera. ?Dime, hija mía ?le pregunta-. ¿Te molestan por la noche pensamientos eróticos??. ?No me molestan, padre ?responde ella-. Más bien me entretienen?... Por razones que no vienen al caso (en este país las razones rara vez vienen al caso) estuve hace unos días en San Antonio, Texas. Esa ciudad es casi mexicana. Es como Los Ángeles, ciudad cuya cercanía con los Estados Unidos sorprende mucho a nuestros paisanos que viven por allá. Pues bien: oí en San Antonio algo que me llamó la atención, y de lo cual quiero dejar constancia fiel, pues quizá eso que oí contradiga la opinión que tenemos de nosotros mismos y del país en que vivimos. Sucede que un cierto amigo mío coincidió en la mesa de la comida con una dama norteamericana dedicada al negocio de los bienes raíces. (Aprovecho la oportunidad que se me brinda para manifestar sin ánimo de corregir a nadie ?yo soy quien necesita corrección-, sino a manera de breviario cultural gratuito, que no se debe decir ?bienes y raíces?, como mucha gente dice, sino ?bienes raíces?, nada más. Ahorremos, pues, esa ?y? que tanto se necesita para usarla en ocasión mejor. Y sucedió que... (ya ven cuán pronto se ofreció esa ?y?) ese señor le preguntó a la corredora de bienes raíces si sabía de un departamento o casa que algún mexicano urgido de dinero estuviera vendiendo, y que él pudiera comprar en calidad de ganga. La señora le respondió que en otros tiempos hallar ese tipo de oportunidades era cosa frecuente, pues con los quiebros económicos de México muchos mexicanos que tenían alguna propiedad en San Antonio la vendían de prisa para solucionar problemas derivado de los vaivenes de nuestra economía. ?Ahora ?manifestó la experta- esas gangas no se presentan ya, porque la situación económica de México es muy firme?. Mi amigo se quedó turulato, y yo más que él, pues soy experto en quedarme turulato. Ambos creíamos que los mexicanos andábamos como decía el Godoy, simpático y querido personaje de Saltillo, cuando se refería a alguien cuya situación económica era tan precaria que podía hacerlo caer en cualquier momento. Decía el Godoy: ?Fulano anda volando a 10 mil metros de altura agarrado a la picha de un zancudo?. Así pensábamos mi amigo y yo que andaba la economía mexicana. Sin embargo es otra la percepción que de nosotros se tiene en el extranjero. Y es que hay indicadores que hablan de una economía sana, y por lo tanto firme. (O firme y por lo tanto sana, no sé cómo prefieran los expertos en finanzas). Me congratulo de eso, y ojalá en la elección presidencial no cometamos un ?error de julio? que dé al traste con ese orden económico, esa disciplina presupuestaria y esa estabilidad financiera que a todos beneficia... En una reunión del Ku Klux Klan los siniestros ensabanados hacían recuerdos de su vida en el ejército. Narra uno: ?A mí me tocó estar en una remota posición del norte de Alaska?. Pregunta alguien: ?¿Había ahí mujeres??. ?No ?responde el tipo-. Sólo había osas polares. Lo bueno es que eran blancas?... Pirulina, muchacha pizpireta, fue a un día de campo con sus compañeros de oficina. Dos o tres copas de buen vino y lo pesado de la hora hicieron que después de comer Pirulina se quedara dormida sobre el césped. Los compañeros se fueron a caminar un poco. Y sucedió que una manada de vacas y de toros cruzó por el lugar, y las reses pasaron todas sobre Pirulina. Se revuelve ella, adormilada, y pide con tartajosa voz: ?Uno por uno, muchachos, por favor?... FIN.