El periquito de la casa se sacude en el corral las desordenadas plumas y exclama luego con enojo: ?¿Por qué nadie le ha enseñado a este maldito gallo que no hay gallinas verdes??... Un criminólogo llegó a cierto pequeño lugar en el Mediodía de Francia. El alcalde lo llevó a conocer la prisión del pueblo. En el patio el visitante vio dos guillotinas, una de tamaño normal, como todas, y otra sumamente pequeña, tanto que estaba sobre un banquito, y su hoja apenas medía unos cuantos centímetros. Pregunta desconcertado el criminólogo: ?¿Qué clase de guillotina es ésa, tan pequeña??. ?Bueno ?explica alcalde-. Lo que pasa es que aquí a los violadores no los guillotinamos?. (No le entendí)... Nadie podrá acusar a López Obrador de haber propinado un golpe bajo a Calderón, o de haber incurrido en guerra sucia cuando en la recta final de la campaña lo acusó de tráfico de influencias en favor de su ?cuñado incómodo?. En la guerra y en el amor -se dice- todo se vale, y la política es la madre de todas las batallas. Desgraciadamente lo que aquí menos importa es si la imputación que hace AMLO es cierta o no. También suele decirse: ?Miente, miente, que algo queda?, y ?Palo dado ni Dios lo quita?. Ciertamente el efecto de la acusación ha sido grande, y aunque al final el cargo no se pruebe tendrá consecuencias significantes en la candidatura de Calderón. Para muchos la palabra de López Obrador es dogma: a pesar de todas las evidencias en contrario lo juzgan portador de la pureza política y de la verdad. Por eso el panista debe apresurarse a redargüir el dicho de AMLO, y a demostrar que es falso su señalamiento. Parece poco probable que teniendo Calderón aspiraciones presidenciales -las tenía ya cuando fue secretario de Energía- haya puesto en riesgo su candidatura propiciando en modo tan burdo el enriquecimiento de un pariente, y menos todavía en un tiempo tan cercano ya al inicio de la campaña por la Presidencia. Pero ahí está la acusación hecha por López Obrador, acusación que en buena parte ha anulado los efectos de la victoria que según la mayoría de las encuestas obtuvo el panista sobre el perredista en el último debate. Si Calderón no quiere que el golpe que el hábil López Obrador le propinó con tanta oportunidad lo dañe irremisiblemente, debe exigir que su acusador aporte pruebas que sustenten sus afirmaciones. Por desgracia en este caso no es aplicable el principio de justicia por el cual el acusado es inocente hasta que no se pruebe lo contrario. Aquí el acusador puede acusar sin presentar evidencias de su dicho, y una vez causados los efectos de la imputación dejar en el acusado la carga de probar su inocencia. Aun así Calderón debe hacer frente a ese cargo, y comprobar que ?como dice su eslogan de campaña- tiene las manos limpias. Si él no las tiene, ya ninguno de los tres principales candidatos las tendrá... La linda muchacha acudió ante su párroco y le dijo: ?Cometí un pecado grave, padre. Le dije a un muchacho: ?Hijo de la tiznada??. ?Grave expresión es ésa, hija ?la reprende severamente el confesor-. ¿Por qué le dijiste eso??. Explica la muchacha: ?Porque me besó?. ?¿Así?? ?pregunta el párroco uniendo la acción a la palabra. ?Sí? ?confirma la chica. ?Ésa no es razón para llamar a alguien ?Hijo de la tiznada?? ?declara el señor cura. La muchacha se justifica: ?Pero es que además me hizo el amor?. ?¿Así?? ?inquiere el párroco. Y de nuevo añadió el hecho al dicho. ?Sí? ?vuelve a confirmar ella. Repite el sacerdote: ?Tampoco ésa es causa suficiente para llamar a alguien ?Hijo de la tiznada??. Prosigue ella: ?Pero es que además me contagió una enfermedad venérea?. Entonces el señor cura exclama hecho una furia: ?¡Hijo de la tiznada!?... FIN.