Salta del lecho la ancianita y metiéndose en el ropero le dice con tono perentorio al hombre que la acompañaba ?¡Rápido, Pitoncio! ¡Ponte la máscara del lobo! ¡Ahí viene Caperucita!?... La señora salía a trabajar, y llevaba a su casa buen dinero. El marido, sin embargo, no sabía en qué consistía el trabajo de su esposa. Cierta noche quiso hacerle el amor. Le dice ella: ?Lo siento, querido. No acostumbro llevar trabajo a la casa?... En la oficina el orgulloso papá presumía de los avances de su primogénito. Mi bebé ?decía-, tiene apenas nueve meses de edad, y ya dice ?papá?- ?-Anda ?le aconseja uno de sus compañeros dándole una palmadita en la espalda-. No hagas caso. ¡Las criaturas qué saben!?.... Es importante lo que sucederá en estos días hasta el 2 de julio, pero más importante aún será lo que suceda luego de esa fecha. Encrespados están los ánimos ahora, y el único asomo de unidad nacional que puede verse es el que aporta el unánime deseo de que la selección de México gane el partido en la Copa de futbol. Será difícil recordar otro tiempo de la moderna vida mexicana en que haya habido tal polarización de opiniones, tan grande división de juicios, el cúmulo de encontradas posturas que se advierten hoy en la intención política. No se trata del enfrentamiento de dos proyectos de Nación; se trata de la lucha de dos actitudes diferentes no sólo ante las cosas que atañen meramente a la política, sino a otras que tocan ya los ámbitos internos: intervienen factores de religión, de origen personal, de pertenencia a tal o cual estrato. Me pregunto si seremos capaces de superar la división que este proceso electoral ha motivado, y de ser otra vez, pasado el 2 de julio, todos mexicanos. Puede suceder, por el contrario, que la pugna política se prolongue, y que el país quede dividido irremisiblemente. Ojalá estemos a la altura de lo que el país demanda, y seamos capaces de lograr juntos un bien social valioso: la concordia... Dos mujeres estaban intercambiando confidencias. Dice una: ?Estoy en relaciones con un hombre casado, de mi iglesia. Nos encontramos una vez por semana en un motel. Yo lo abrazo... Él me abraza... Pero como nuestra iglesia nos prohíbe la fornicación, entonces nos ponemos a cantar himnos? Dice la otra: ?Yo también tengo relaciones con un hombre casado, de mi iglesia. Nos encontramos igualmente una vez por semana en un motel. Yo lo abrazo... Él me abraza... Pero como no sabemos himnos entonces nos ponemos a follar?... El padre Arsilio estaba amonestando a Empédocles Etilez, el borrachín del pueblo. Le dice con paternal solicitud: ?Ya no tomes tanto, hijo?. ?Padre declara solemnemente el temulento-. Pa´ lo que me gusta el ?edo, tomo poco?. ?¿Acaso no sabes ?insiste el buen sacerdote-, que el consumo inmoderado del alcohol acorta la vida??. ?¡Claro que lo sé, padrecito! ?replica él-. Ayer no tomé ni una gota ¿y el día se me hizo largo largo!...Le cuenta un compadre a otro: ?No puedo acostarme con mi esposa. Tiene una enfermedad contagiosa en los oídos. Si me acerco a ella corro el peligro de quedarme sordo?. Dice el otro: ?Hábleme fuerte por favor, compadre, que no lo escucho bien?... En el avión la novia le contó al novio que una vez había tenido un tropezón. Cuando llegó la noche de bodas el flamante marido descubrió que su mujercita ya no era doncella. Le dice la muchacha: ?Acuérdate: yo te confesé que había tenido un tropezón?. ?Sí ?responde mohíno el desposado-. Pero en mi pueblo los tropezones se dan con los pies, no con las pompas?... FIN