El cuento llamado "La rosa" o "Perfume de mujer" es uno de los más sicalípticos que existen. Si en la escala de la pornografía universal ese relato se calificara de 0 a 10, su calificación sería 11. Lo digo desde ahora porque mañana publicaré ese cuento, y los lectores de conciencia escrupulosa deben ser avisados con oportunidad. Don Canuto Capachangos, portaestandarte de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, leyó inadvertidamente el citado chascarrillo y vino a tierra privado de sentido, echando espuma sulfurosa por los nueve orificios naturales de su cuerpo. En la Liga de la Decencia de Tegucigalpa se leyó el vitando cuento, y su lectura causó vergoloteo, palabra que en Honduras equivale a escándalo, desorden, confusión. Doy cuenta de todo lo anterior no con el fin de causar alarma en la República, ya de suyo sobresaltada por la cuestión política, sino para advertir los riesgos de leer esa historieta sin tomar las debidas precauciones. Mis cuatro lectores la encontrarán mañana aquí... Aquella señora fue a un baby shower. Llamó por teléfono a la criadita de la casa y le dijo: "El señor cenará solo; a ver qué le haces". Al día siguiente le pregunta: "¿Cenó el señor en casa?". "Sí, señito" -responde ella. Inquiere la patrona: "Y ¿qué hiciste?". Responde la muchacha: "Hice lo que siempre me pide el señor: me bañé, me perfumé y me puse la ropa íntima que le gusta"... Don Astasio pasaba todos los días por una casa en cuya ventana estaba un loro. Cuando el perico lo veía venir le gritaba: "¡Hey, Tacho! ¡Tu mujer te pone cuernos!". Molesto por esa situación don Astasio habló con el dueño del fementido pajarraco, y el hombre le prometió que aquello no se repetiría. Seguidamente amenazó al cotorro con desplumarlo si volvía a gritarle a aquel pobre señor que su esposa le ponía cuernos. Al día siguiente pasó don Astasio. Y le gritó el perico: "Hey, Tacho! ¡Ya sabes!"... Entre los grandes forjadores de la democracia en México debe citarse con respeto el nombre del doctor Salvador Nava Martínez, potosino. Hombre de acrisoladas virtudes cívicas, el doctor Nava encabezó un movimiento ciudadano que acabó con el oprobioso cacicazgo que sufría San Luis Potosí, y dio nuevo rumbo a la vida pública de su comunidad. Sufrió por ello persecución y cárcel, pero luchó hasta el fin de su vida por los valores y el ideal en que creía. Cuando murió, en mayo de 1992, más de 100 mil potosinos acudieron a despedirlo. Ahora un grupo de hombres y mujeres comprometidos con el ejercicio democrático han formado un comité cuyo propósito es erigir un monumento a tan extraordinario mexicano. Me honra haber sido invitado a participar, siquiera sea en forma mínima, en el esfuerzo para que se concrete el homenaje a quien hizo de su vida un ejemplo de honestidad, congruencia y dignidad. Espero que la vida me dé el regalo de poder asistir a la inauguración del monumento, y desde ahora espero el llamado de esos buenos amigos que son el ingeniero Hugo Stevens y don Alfredo Lujambio. Me gustará estar otra vez con ellos y con todos los potosinos que guardan la memoria y el ejemplo de ese moderno apóstol de la democracia, el doctor Salvador Nava... Un vendedor le mostraba el coche a Pirulina. Le dice: "Y tiene quemacocos corredizo". "¡Ah, qué bueno! -se alegra ella-. Así tiene una dónde poner las piernas"... Babalucas pasó la noche en una granja con su esposa, y durmieron los dos en el establo. De pronto el cabeciduro le pide a su señora: "Enciende una luz, mujer, porque la mula me tiró una patada a la cabeza y no sé si me la pegó o no"... En la suite nupcial la novia vio por primera vez al natural a su flamante maridito. Dice como hablando para sí: "Bueno, no tengo derecho a reclamar lo que le falta. Después de todo a mí no me sobra la virginidad"... FIN.
