Alguien dijo que el sexo es el precio que las mujeres tienen que pagar por el matrimonio, y el matrimonio es el precio que los hombres tienen que pagar por el sexo. No sé si tal afirmación sea cierta, pero sí sé que Astatrasio Garrajarra contrajo matrimonio con Sufricia Malestela. Los papás de la novia se oponían a la boda, pues él era un borracho que en toda su vida no completaba un turno de 8 horas de trabajo, pero la infeliz joven se prendó del ebrio, y ya se sabe que cuando una mula dice: "No paso", y una mujer dice: ?Me caso?, la mula no pasa y la mujer se casa. Se efectuaron las bodas, pues, y comenzó el calvario de Sufricia. (El hombre se casa pensando que su mujer nunca cambiará, y al día siguiente de la boda la mujer cambia. La mujer se casa pensando que su hombre cambiará, y el hombre jamás cambia). La luna de miel fue un fracaso. Todas las noches el flamante novio estaba más ebrio que una cuba, y no acertaba el camino del amor. Eso asustaba a la recién casada, que no sabía si aquello era cosa de erotismo o simplemente mala puntería. Igual siguieron las cosas al paso de los años. Sufricia quería dejar al borrachote, pero su madre era señora de antes, y la amonestaba: tenía que cargar su cruz. (Unas cuadras nomás la cargó Nuestro Señor, pero en aquellos años la mujer que casaba con borracho tenía que cargar la suya toda la vida. Por eso decían las solteronas para justificar su celibato: "Más vale vestir santos que desvestir borrachos"). Pasó el tiempo, se llegaron las bodas de plata del malaventurado matrimonio, y Sufricia pensó en hacer una cena. Le advirtió Garrajara: ?Hazla, pero no pongas los cubiertos de plata que te he ido regalando?. Preguntó ella. ?¿Temes que tus amigos se los roben??. ?No -respondió él-. Temo que los reconozcan?. Sufricia preparó aquel ágape. Hizo sandwichitos de jamón con queso amarillo, y los cortó en forma triangular quitándole antes la corteza al pan, pues la ocasión lo merecía. Confeccionó también una ensalada de papa con mayonesa, que adornó con cubitos de zanahoria. De postre hizo arroz con leche. El lujo, pues, si bien todo servido en platos de cartón. Mas sucedió que Astatrasio no llegó al festejo. Los comensales se acabaron la botana de fritos, cacahuates y papitas, y el festejado no se presentó. La pobre de Sufricia sirvió la cena, y hubo de sufrir el mudo reproche de sus padres, las miradas de entendimiento que sus cuñadas se intercambiaban de continuo, los comentarios equívocos de sus amigas (?Ha de estar trabajando el pobrecito?). Se fueron los invitados, finalmente, pues ya pasaba de la media noche. A eso de las 3 de la mañana Astatrasio hizo acto de presencia en competente estado de beodez, igual que siempre. ?¡Eres un desatento! -le reclamó entre lágrimas Sufricia, que había estudiado con las ursulinas y no podía permitirse el uso de términos altísonos-. ¡Se te olvidó que hoy cumplimos 25 años de casados!?. ?¿Lo ves? -farfulla el temulento-. ¡Esto del chupe tiene sus ventajas!?... Así nosotros: quisiéramos olvidarnos ya de tanto sobresalto. Sin embargo, la ambición trabaja, como en el tango de Gardel, y quienes exigen transparencia -bien saben que la hubo- oscurecen la vida mexicana. Nadie les reclama que reclamen todo, así lo han hecho siempre, pero sí se les reprocha la inquietud que siembran con palabras como éstas que dijo López Obrador: ?Más allá de argumentos técnicos o de fundamentaciones legaloides está la democracia y la estabilidad política del país?. Amenazas, pues. Para AMLO las prescripciones de la Ley son ?fundamentaciones legaloides?, y sólo es democracia aquella que lo favorece. Con manifestaciones de fuerza callejera pretende tomar al país como rehén. Ya veremos cómo esa prepotencia se irá debilitando. La sinrazón no puede durar mucho... FIN.