Moe Beedick era una señora grande y gorda. Cuando al caer la tarde iba por la calle todos los niños de la escuela caminaban atrás de ella para taparse el sol. Fue a la consulta de un médico especializado en el tratamiento de la obesidad. "Mire qué gorda estoy, doctor -le dijo desolada-. Hasta pena me da que me examine". "Vamos, vamos -la tranquiliza el facultativo-. No está usted tan gorda. A ver: abra la boca y diga ?Mu?"... Babalucas trabajaba en una tienda de ropa para hombres. Llegó un sujeto y le dijo: "Quiero esa corbata". La toma Babalucas y empieza a envolverla. "No -lo detiene el cliente-. Cambié de opinión. En vez de la corbata dame un par de calcetines". Babalucas procede a envolver los calcetines. El hombre los recibe y sin más se encamina hacia la puerta. "¡Señor" -lo llama Babalucas-. No pagó usted los calcetines". "Ni tengo por qué pagarlos -argumenta el sujeto-. Los cambié por la corbata". "Pero tampoco pagó la corbata" -opone Babalucas. "¿Y por qué quieres que la pague? -protesta el individuo-. ¿Acaso me la estoy llevando?". Babalucas se rasca la cabeza y dice mansamente: "Tiene usted razón, caballero. Discúlpeme"... Le pregunta el juez a la muchacha: "¿Recuerda usted dónde estuvo la noche del 11 al 12 de junio?". Responde ella: "Toda la noche estuve en mi cama, su señoría. Y tengo 14 testigos para demostrarlo"... Un agente viajero iba en su automóvil por un camino rural, y el vehículo se le descompuso. Vio a lo lejos la luz de una granja, y le pidió al granjero que le diera asilo por esa noche. "Es usted bienvenido, amigo -le dijo el hombre-. Puede escoger entre dormir en la cama con la nena o pasar la noche en el granero". El viajero recordó aquel refrán: "El que con niños se acuesta...", y escogió dormir en el granjero. La noche transcurrió llena de penalidades para el tipo, entre los animales de la granja. Al día siguiente se levantó molido y salió del granero. Oyó que el dueño de la granja gritaba: "¡Nena¡", y vio aparecer a una garrida moza de 18 años y cuerpo escultural. La chica ve al viajero y le pregunta a su padre: "¿Quién es ese hombre?". Mohíno masculla el visitante: "Es el indejo que creyó que la nena era una beba"... San Patricio, ya se sabe, es el santo patrono de los irlandeses. A él le atribuyen el hecho milagroso de que Irlanda sea el único lugar del mundo en el que no hay serpientes. Los irlandeses son grandes católicos, grandes bebedores y grandes amigos de reñir a puñetazos, especialmente con sus tradicionales rivales, los ingleses. En un pub de Londres un solitario irlandés bebía silenciosamente su cerveza Guinness. Tres hooligans británicos decidieron provocarlo para hacerlo pelear y propinarle entre los tres una paliza. Va uno y le dice con tono retador: "¿Sabías que San Patricio era gay?". Todos pensaron que el de Erin se iba a levantar hecho una furia lanzando mandarriazos a diestra y a siniestra. No fue así. Dio un lento trago a su cerveza y respondió con calma: "No; no lo sabía". El provocador, desconcertado, regresó a su mesa. Se levanta el segundo inglés y va hacia el tipo. "¿Sabías -le pregunta-, que San Patricio era pederasta?". "Primera noticia que tengo acerca de eso" -replicó el irlandés con la misma cachaza de la vez anterior. Aturrullado, el hooligan volvió a su sitio. El otro inglés les dice a sus amigos: "No saben ustedes cómo provocarlo. El mayor insulto que le puedes hacer a alguien de Irlanda es llamarlo inglés. Ahora verán". Va el tercer hooligan con el irlandés y le dice: "¿Sabías que San Patricio era inglés?". Replica con igual calma el tipo: "Sí. Me lo acaban de informar tus amigos"... FIN.
