El famoso autor dramático estaba con la damita joven en un cuarto de hotel. Dice ella con aire desencantado: "No me lo explico John Esco: todas tus obras las escribes en cinco actos, y sin embargo conmigo nunca pasas del primero?... La curvilínea, ingenua chica le dice muy conturbada a su instructor de natación: "Por favor, señor Weissmuller: quite su mano de donde la tiene puesta?. Responde el salaz tipo: "Eso sería muy peligroso, señorita Susiflor. Si la quito podría entrarle agua por ahí?... El padre Arsilio encontró en la calle a una muchacha que había sido su feligresa. "Me da mucho gusto verte, Harlota -le dice-. Espero que hayas cambiado, porque cuando vivías en el pueblo eras muy aficionada a los hombres?. "He cambiado totalmente, padre -responde la muchacha-. Ahora soy profesional?... El maestro de Anatomía le pregunta a su joven alumna: "Dime, Rosilí: ¿cuál es la parte del cuerpo del hombre que en determinadas condiciones de excitación puede aumentar hasta 20 veces su tamaño??. "Por favor, doctor -contesta la muchacha ruborizándose hasta la raíz de los cabellos-. No me pregunte usted esas cosas?. "Entonces yo mismo te daré la respuesta -ofrece el médico-. Es la pupila del ojo. Te lo digo para que no vayas a sufrir alguna vez una decepción?... Lo bueno es que en México todo se puede arreglar. Lo malo es que en México todo se puede arreglar. En nuestro país no privan las leyes, sino el arbitrio de los hombres, y ese arbitrio es siempre arbitrario. De ahí deriva que las leyes no se cumplan, pues su incumplimiento puede ser motivo de arreglo. De ahí deriva la impunidad. De ahí deriva, como secuela obligatoria, la inseguridad. Los líderes de vendedores ambulantes, por ejemplo, dicen que las calles son de todos. Y es cierto, pero para usarlas como calles, no como sitio del cual se apoderan algunos a fin de usarlo en su exclusivo provecho, con perjuicio de la demás gente. Tampoco nadie debe posesionarse por sistema de las calles y volverlas sitio permanente de manifestaciones que estorban el libre tránsito de las personas y les causan molestias y perjuicios. Eso no es ejercicio de libertad, sino abuso que se comete contra el derecho de los ciudadanos. Pero siento que ya me estoy encaboronando. Mejor narraré algunas historietillas que me sosieguen cuatro de los humores cardinales: sangre, pituita, bilis y atrabilis... Candongo era un sujeto muy bromista. Se especializaba en hacerles pesadas jugarretas a sus amigos que se casaban. A uno, por ejemplo, le pintó en la suela de un zapato la palabra HELP, y en la del otro la palabra ME, de modo que cuando el novio se arrodilló ante el altar todos los asistentes en la boda leyeron: HELP ME. Pero, como dice el refrán: "A cada capillita se le llega su fiestecita?, y le llegó a Candongo el turno de casarse. Pensó que sus amigos le harían alguna broma. Se puso, pues, alerta. Ninguna mala chanza le jugaron en los días previos a la boda. Nada le hicieron en la ceremonia civil, ni en la misa nupcial. Tampoco le urdieron una trastada en el banquete. Suspiró Candongo con alivio cuando subió en el automóvil con su flamante mujercita para emprender el viaje de luna de miel. Seguramente, pensó, sus amigos habían decidido no embromarlo. Llegó la feliz pareja al hotel en el que pasarían la noche de bodas. Durante toda la noche se efectuaron las naturales expansiones y deliquios propios de la venturosa ocasión. A eso de las diez de la mañana el gratamente fatigado novio tomó el teléfono y llamó al restaurante del hotel. "Por favor -pidió-, manden a la suite nupcial servicio de desayuno para dos?. En eso se oyeron gritos abajo de la cama: "¡Para siete! ¡Nosotros también tenemos hambre!?... FIN.
