Por CATÓN.
Es triste ver el esfuerzo de los funcionarios y ciudadanos que participan en el recuento de votos solicitado por López Obrador. Es triste verlo porque de nada servirá ese esfuerzo. AMLO ha descalificado ya el recuento que él mismo demandó, igual que antes descalificó el cómputo hecho en las casillas. A estas alturas ya solamente los ingenuos o los empecinados dejan de advertir que López Obrador ha renunciado a la vía electoral, es decir, al camino democrático e institucional. No le importa ya la elección: ahora trabaja por la insurrección. Participó en el juego de la democracia cuando creyó que esa vía le daría el triunfo. Se lo negó, y ahora AMLO niega -se niega- a la democracia. Sabe muy bien que es prácticamente imposible que el recuento que se hace altere en forma sustancial los datos que desde el principio aparecieron. Sabe también que con su conducta autoritaria y agresiva se ha ganado un repudio tan generalizado que muchos que le dieron su voto se arrepienten ahora de ello, de modo tal que aun en el remoto caso de que se declarara nula esta elección y se hiciera otra, de nuevo saldría perdidoso. Por eso ya no se ve a sí mismo como candidato en una contienda electoral, sino como caudillo o cabecilla de un movimiento que ya no es de carácter político, sino insurreccional. No es difícil prever que su escalada de violencia crecerá en los días próximos. La mayor fortuna de AMLO consistiría en que el Gobierno respondiera a sus provocaciones, y que en el enfrentamiento entre sus fuerzas y las del Estado hubiera algún muertito -de preferencia varios- para poder así encender la mecha de un movimiento que lo llevara al poder. Sólo que no hay condiciones para esa utópica revolución. El mismo López Obrador ha visto cómo sus llamados a la resistencia tienen cada día menos eco, según lo muestran las tiendas de campaña vacías, el tedio creciente de sus seguidores y la desbandada que se empieza a ver entre sus coaligados. ¿Qué debe hacer entonces el Gobierno? Lo mismo que hasta ahora ha hecho: nada. En la misma proporción que crezcan las provocaciones de AMLO debe crecer la prudencia de la autoridad. Los provocadores quieren otro 68, pero su movimiento no tiene el soporte social que entonces hubo, ni hay ahora en el País las condiciones objetivas y subjetivas que harían posible un golpe de Estado como el que quisieran dar López Obrador y sus adláteres. A los enemigos de la democracia se les debe responder con más democracia. A diferencia de lo que ha pasado en otras naciones de América Latina, las instituciones mexicanas son fuertes, y pueden resistir el embate de hombres violentos como AMLO y sus incondicionales. Que hable la ley; que hablen los ciudadanos, que hablen las instituciones. Lo demás, al tiempo... Los últimos descubrimientos antropológicos han demostrado que el hombre de Neanderthal jamás anduvo erecto. Al parecer la mujer de Neanderthal era bastante fea... Dice un turista en Buenos Aires: "¡Qué día tan hermoso!". Responde su amigo argentino: "Se hace lo que se puede, che"... La noche era de las más gélidas del invierno. Un joven fue a visitar a sus abuelos, y se quedó estupefacto al ver que su abuelito estaba afuera de la casa, en el jardín, sentado en una silla y sin nada de ropa de la cintura para abajo. "¡Abuelo! -le dice estupefacto-. ¡Hace un frío de 5 grados bajo cero! ¿Qué estás haciendo aquí, desnudo en esa forma?". Responde el viejecito: "Antier salí al jardín sin bufanda, y el cuello se me puso rígido. Esto es idea de tu abuela"... FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Llegó sin anunciarse y me dijo con voz que apenas pude oír:
-Soy la debilidad de las circunstancias.
Seguramente mi expresión denunció mi desconcierto. El caso es que sin preguntarle nada continuó:
-Todo mundo habla de la fuerza de las circunstancias. La gente le atribuye consecuencias de todo orden, y la usa de pretexto para justificar acciones y omisiones. "Esto se debió a la fuerza de las circunstancias", dicen. Sin embargo yo, la debilidad de las circunstancias, provoco más efectos, y aun así nadie me cita nunca o me recuerda. Diga usted a sus lectores que la debilidad de las circunstancias es más importante que su fuerza.
Cumplo con el encargo. Lo hago en virtud de la fuerza... perdón: de la debilidad de las circunstan-cias.
¡Hasta mañana!..