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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

CATÓN

Babalucas llegó corriendo a su casa, preocupado. En la cocina abrió el refrigerador y revisó muy bien su contenido. Luego fue a la despensa e hizo lo mismo. Cuando acabó tal inspección tomó el teléfono y marcó un número. "¡Cómo eres mentiroso! -le reclamó con enojo al amigo que le contestó-. Revisé lo que tengo en el refrigerador y la despensa, y todo está completo. ¿Por qué entonces me dijiste que viniera corriendo a mi casa, pues me estaban comiendo el mandado?"... Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo, bebía en la cantina del lugar. Después de pedir otra copa la ve muy pensativo y dice al cantinero: "Bebo por causa de una mujer... ¡Y nunca he tenido la oportunidad de agradecérselo!"... El loquito iba estirando un dado atado a una cadena. Alguien le preguntó: "¿Por qué llevas así ese dado?". Contesta él: "No es dado. Es mi perro. Tiene esos puntos negros porque es dálmata"... Cuando un hombre sale por primera vez con una mujer se pregunta hasta dónde podrá llegar. Ella, en cambio, ya lo sabe. Las señoras de antes aconsejaban a sus hijas solteras no dar la leche gratis, porque luego nadie se interesaría en comprar la vaca. Eso equivalía a decir que no permitieran ciertas libertades a los jóvenes: si lo hacían, después nadie las querría para esposas. Rosilí salió con Afrodisio. A las primeras de cambio el salaz y labioso galán puso la mano en el opimo busto de la joven. Ella le retiró la mano, y le aclaró: "Te dije que me hablaras con la mano puesta en el corazón. Pero en el tuyo, no en el mío"... La frase es de Horacio (Carmina, IV.13): "Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres". La pálida muerte pisa con el mismo pie las chozas de los pobres y los palacios de los ricos". Enseña el gran latino que ante la muerte todos somos iguales. Recordemos la antigua comparanza de la vida con el tablero de ajedrez, en el cual hay reyes y reinas, señores feudales, obispos, caballeros y peones, pero acabado el juego todos van a la caja por igual, sin distinción alguna. Ni a los tiranos respeta la señora muerte. Lo digo por Fidel Castro, que ha tenido en estos días un pie ya en el estribo, y que aparece retratado luciendo una playera Adidas -hágame usted el refabrón cavor), como cualquier vejancón capitalista. Ya adelantó su herencia el dictador, y en los días de su retiro dio el gobierno a su hermano Raúl, a quien seguramente heredará la Isla como quien hereda una propiedad particular. Ante esa circunstancia me veo en la necesidad de suspender hoy mi orientación a la República, y en su lugar orientar al Presidente Bush. ¡No vayas a intervenir en Cuba, Bush! Deja que sean los cubanos quienes decidan su destino. Podrás contestarme -ya te estoy oyendo- que los cubanos están privados de toda libertad, y no pueden por tanto decidir. No niego eso, pero una intervención como la que piden los cubanos de Miami sólo se justificaría si hubiese un movimiento de rebeldía en Cuba, y si ese movimiento fuese mayoritario, y reprimido por el régimen castrista en modo tal que la ONU autorizara el ingreso de una fuerza internacional a fin de proteger a la población cubana y salvaguardar su anhelo de libertad. De otra manera, Bush -yo sé lo que te digo-, abstente de ir a donde no te llaman. Dicho en términos llanos: Mind your own business, Georgie. Si no lo haces, en tu salud lo hallarás... Y para terminar, he aquí un cuento de lectura desaconsejable... Un señor le dice a su amigo: "Mi proctólogo ya no quiere atenderme". "¿Por qué?" -se extraña el amigo. Explica el señor: "Es que hace días estaba él haciéndome un tacto rectal, y sin darme cuenta musité el nombre de otro proctólogo"... FIN.

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