Por CATÓN
¿En qué se parecen las piernas a los ministros religiosos? Ambos anuncian la gloria allá arriba... Pregunta el juez a la señora que acababa de asesinar a su marido: "¿Por qué le dio 54 cuchilladas a su esposo??. Responde ella: "No podía apagar el cuchillo eléctrico?... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, les anuncia a sus amigas: "La próxima semana es mi cumpleaños. En el pastel voy a encender una velita por cada año que cumplo?. "No te aconsejo que lo hagas, Maturicia -le dice su amiguita Himenia-. Podrían multarte por contaminar el ambiente con tanto humo?... El recién casado probaba la primera comida que le servía su flamante mujercita. Después de dar el primer bocado le pregunta con ternura: "¿Serías tan amable de decirme qué es esto, Susiflor? A lo mejor me lo preguntan en el hospital?... La esposa de Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, lloraba desconsoladamente. "¿Por qué lloras, Plañicia?? -le pregunta una amiga. Responde ella: "Es que le leí a Capronio un anuncio en el periódico donde decía que se puede sostener a un niño en la India con 25 dólares al mes?. "¿Y luego?? -inquiere la amiga. Responde la señora entre sollozos: "¡Mandó allá a todos nuestros hijos!?... Afrodisio Pitongo, galán concupiscente, le pregunta a la chica que estaba con él en su automóvil: "Dime, Rosibel: ¿eres una mujer moderna, liberada??. Responde ella: "Hasta cierto punto?. "-¿Hasta qué punto?? -insiste el lujurioso tipo. Contesta Rosibel: "Exactamente hasta el punto en que me tienes puesta la mano?... Doña Jodoncia, tremebunda mujer, enfermó y fue llevada al hospital. Le informa el médico a don Martiriano, su abnegado esposo: "Estamos teniendo problemas para hacerle a su señora una transfusión de sangre. Hemos probado todos los tipos de sangre que hay, y ninguno le corresponde?. Pregunta el tímido señor: "¿Ya probaron de pantera??... De esta crisis política puede salir algo bueno para México: una nueva especie de político capaz de ejercer las herramientas de la democracia: el diálogo, la conciliación, la capacidad para llegar a acuerdos y que nadie quiera ganarlo todo sin dar a cambio nada. Los problemas que estamos viendo se deben a malos políticos, a gente sin vocación democrática anclada en viejos dogmas y en prácticas inmorales. De toda crisis deriva siempre un beneficio. La que vivimos ahora nos está haciendo ver los extremos a que se puede llegar cuando se da la espalda a la razón, a la ley y a lo que pide el bien de la comunidad. Cuando llegue esa nueva especie de políticos, los hombres y mujeres violentos no tendrán cabida ya; serán vistos como trogloditas, y creeremos imposible que haya habido un tiempo en que el hermoso centro histórico de la Ciudad de México fue secuestrado por una minoría... Llegó al pueblo un hombre guapísimo llamado Adonicio. De inmediato todas las mujeres se prendaron de él: jamás habían visto a un hombre tan apuesto. Comenzó a hacer estragos Adonicio entre la población femenina. Doncellas lo mismo que casadas se le entregaban sin vacilación. El padre Arsilio, cura del pueblo, se alarmó, pues no había mujer que no le dijera en el confesionario lo mismo que le decían las otras: "Me acuso, padre, de que hice el amor con Adonicio?. De nada valían las amonestaciones del bondadoso sacerdote: seguían cayendo las mujeres en las redes del galán. Harto de aquella situación el padre Arsilio reunió a todas sus feligresas y les dijo que la que estuviera con Adonisio debería pagar una multa de mil pesos, cantidad que se destinaría a las obras del templo. Inútil, la cosa siguió igual: las mujeres pagaban con gusto aquella multa. Desesperado, el sacerdote llamó a Adonisio. "¡Esto no puede continuar así!? -le dijo con indignación. "Es cierto, padre -reconoce el tipo-. Esto no puede continuar así. O me da la mitad de las multas o me voy a trabajar a otra parroquia?... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE
Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que oye razonar a un ateo, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Cristo esperaba que todos los hombres nos uniéramos. "Ut unum sint?, pidió. Que todos sean uno. Creo, sin embargo, que los clubes de servicio han hecho más para unir a los hombres que todas las iglesias juntas. Éstas los han separado en vez de unirlos. En aquellos clubes conviven en paz y buena amistad hombres y mujeres de distintos credos que ponen el bien del prójimo por encima de su distinto modo de creer. Algunos ministros religiosos, en cambio, enfatizan las diferencias, y al hacerlo levantan muros de hostilidad y de prejuicio. Las ovejas quizá querrían juntarse, mas los pastores no las dejan.
-Por eso -concluyó Cusset- cuando quiera hacer el bien no entraré en ninguna secta: ingresaré mejor en el Club Rotario, o el de Leones.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!..